Efectivos del Servicio de Protección de la Naturaleza detuvieron el pasado domingo en el coto de Faramontanos de Tábara a tres cazadores leoneses que habían abatido un joven ejemplar de ciervo -un vareto con apenas veinte centímetros de cuerno- y una hembra.

El gran protagonismo de la detención, sin embargo, estribó en un cazador de la localidad de Faramontanos que fue quien sorprendió a los cazadores liados ya con el desventramiento de los animales para cargar con las piezas en el todoterreno en el que viajaban.

Fuentes locales afirman que el cazador, socio del coto, se encontraba al rececho del ciervo cuando oyó disparos. «¿Qué pasa por ahí?» se preguntó más que sorprendido porque nadie más, que se supiera, andaba por el lugar. «Eran las 7,15 horas de la mañana porque para practicar la caza del ciervo a la espera hay que madrugar». Abandonando el puesto se acercó hacia donde habían sonado y fue cuando se tropezó con tres personas liadas en el trabajo «de quitar las vísceras de los animales recién abatidos». Acto seguido preguntó a los cazadores «qué hacían en el lugar» y, según expresan, «se encontró con una posición un tanto chulesca por parte de alguno». Fue entonces cuando, tras indicar que él era socio del coto de San Martín de Faramontanos, con permiso para cazar, decidió dar aviso a la Guardia Civil y a otros socios del coto. «Al ver que la cosa iba en serio les cambió un poco el semblante» indican algunos que estuvieron presentes. Rápidamente se personaron en la zona, entre otros, el presidente del acotado que se parapetaron ante el vehículo para impedir su marcha.

Fuentes locales señalan que los cazadores contaban con precintos para la caza, pero correspondientes al lindante coto de Tábara. La operación de furtivismo se desarrollaba «a unos doscientos metros de la linde, pero dentro del coto de Faramontanos».

Uno de los presentes en la gran movida pone de manifiesto que «tal vez vieran a los animales en el coto y les siguieran hasta adentrarse en el terreno de Faramontanos, donde les dieron muerte, o que pudieran confundirse de zona, aunque precisan que existen en el lugar las tablillas indicativas sobre el acotado». Una vez que llegaron los efectivos del Seprona, se procedió a la identificación de los mismos. Al parecer, se trata de leoneses que querían llevar la carne para un restaurante de León. Portaban consigo, al menos, dos rifles.