Más de un millar de animales perecen en las carreteras estatales de la comarca de Sanabria-Carballeda, según los cálculos más conservadores de los expertos que siguen las incidencias de la mortalidad de animales silvestres en el duro asfalto vial de la autovía Rías Bajas y de las nacionales 525 y 631.

Jabalíes, corzos, ciervos, gatos monteses y lobos son quizás los atropellos más visibles y contundentes pero a este rosarios de víctimas hay que sumar ardillas, comadrejas, tejones, martas, gatos monteses, zorros y sorprendentemente nutrias, una especia fluvial ajena al asfalto pero que vive en los embalses que sortean carreteras como la Nacional 631.

Por parte del Ministerio de Fomento no hay un seguimiento de la mortandad de mamíferos, aves y reptiles en las carreteras -ni parece ser interesa, según algunas fuentes- las únicas estadísticas que reflejan los accidentes con animales son los atestados de la Guardia Civil cuando se producen siniestros de consideración por el impacto contra un animal.

Estos atestados, cuyas cifras no se hacen públicas, afectan a vías fundamentales como la Autovía A-52 y la Nacional 525. En la A-52, donde hace unos días fue retirado al centro de Villardeciervos uno de los últimos lobos atropellados, la irrupción de fauna es más frecuente de lo que pudiera parecer, como puede constatar periódicamente el Subsector de Tráfico de la Guardia Civil que se desplaza habitualmente para levantar los atestados.

Los expertos señalan dos puntos vulnerables de entrada a las grandes vías para mamíferos de envergadura y, por ello, lesivos para los conductores como el ciervo, el corzo, el lobo y el jabalí. Uno punto son los enlaces con las carreteras locales o comarcales, como parece que fue el último lobo, que entró a la altura del kilómetro 84 de la A-52. Otro punto de acceso son las zonas de vallado que no garantizan la permeabilidad de la vía por causa de las deficiencias o de los deterioros.

Buena parte de la responsabilidad del acceso de la fauna a los grandes trazados de comunicación es el deficiente estado de conservación pero, no por la falta de trabajo para mantener limpios los márgenes, sino por los propios fenómenos meteorológicos que ocasionan desperfectos de consideración en las infraestructuras.

Así se ha detectado que la proliferación de maleza en el entorno de la malla provoca que ésta ceda y se doble dejando huecos que aprovecha la fauna para filtrarse en autovías o carreteras nacionales con el consiguiente peligro para los usuarios. El pasado año el Ministerio de Fomento, a través de las empresas de mantenimiento, realizó la limpieza de buena parte de las cunetas de carreteras nacional y autovías, con especial atención a la Nacional 631, que limita la reserva regional de caza y se presenta como uno de los trazados más peligrosos y accidentados de la provincia de Zamora.

Paradójicamente, en esta calzada los trabajos de ampliación y construcción de pasos en el tramo entre Otero de Bodas y Rionegro del Puente sirvieron como factor disuasorio para los cérvidos que, gracias a la labor de limpieza, se expusieron menos a la hora de cruzar la carretera de forma imprevista.

Fuentes consultadas al respecto destacan que el crecimiento del matorral favorece el asentamiento de la vegetación sobre la red metálica que, con el peso del tiempo, termina por ceder. En otras ocasiones es el enraizamiento el que favorece los agujeros en la base y da vía libre a una fauna siempre dispuesta a salvar obstáculos. Los jabalíes son precisamente grandes expertos en penetrar por estos orificios. En la Nacional 525 hay tres puntos especialmente sensibles por el paso de animales: el término de Requejo, la recta de Fresno de la Carballeda, en el municipio de Mombuey, y el tramo de Otero de Sanabria hasta Asturianos.

El seguimiento por parte de técnicos verifica que los pasos de agua bajo las grandes estructuras viales constituyen los puntos más frecuentes de tránsito de fauna, con preferencia sobre los pasos elevados diseñados para garantizar la permeabilidad del territorio. Pero son los viaductos como el de Porto, en el término de Palacios, los que asumen buena parte de ese tráfico animal, que bien por buscar aguas, pastos o presas necesitan cruzar las infraestructuras. En la traza del tren de Alta Velocidad, a la altura de lo que será en un futuro la estación de Otero de Sanabria, se rastrea con facilidad el paso de las manadas de ciervas que dan fe de la circulación de esta especie.