El Ayuntamiento de Lubián estudiará la elaboración de unas normas subsidiarias municipales y un planeamiento urbanístico para su ámbito territorial ante los problemas que suscita la aplicación de las normas urbanísticas provinciales, a la hora de otorgar las licencias para las obras. El alcalde, Felipe Lubián, precisó que el documento urbanístico se tendrá que realizar con fondos municipales propios, ante la falta de ayudas a los ayuntamientos para sufragar el planeamiento urbanístico. En estos momentos la alcaldía tiene serios problemas para autorizar las obras en base a los requerimientos de la Comisión de Urbanismo que «solo pone trabas y limita el desarrollo de municipios pequeños». Las disposiciones son «excesivas» según juzgó el mandatario municipal. Lubián ponía innumerables ejemplos de esas limitaciones excesivas «en las casas se han colocado balcones de hierro forjado toda la vida, y ahora resulta que no se pueden poner».

El Ayuntamiento de Lubián promovió a finales de los 90 la redacción de las normas urbanísticas si bien «coincidió con un cambio de alcaldía». En ese momento se había aprobado inicialmente el proyecto pero no se aprobó de forma definitiva en el plazo de dos años que estipulaba la tramitación. El proyecto salió inicialmente adelante con una subvención de 30.000 euros. Otro problema registrado es el cambio del técnico de la corporación «en cuatro años tuvimos cuatro secretarios». Sacar adelante un expediente de estas características, y uno de los más importantes para el funcionamiento de la organización municipal, requiere un técnico con dedicación permanente para su redacción». El límite de gasto puede dificultar que el Ayuntamiento destine las cuantías suficientes para dotar el proyecto, aunque disponga de ingresos suficientes. Las normas urbanísticas de ámbito local tiene la capacidad de reflejar las peculiaridades constructivas de una zona concreta. El alcalde comparaba que con las mismas normas subsidiarias no es posible construir en igualdad de condiciones en un pueblo de alta montaña -como es su caso- que en un pueblo de Tierra de Campos. «Lo que es bueno para Roales y Montamarta no es viable en Lubián». En estos momentos las reformas de los pajares, para convertirlos en viviendas suscitan problemas porque estas edificaciones ligadas a la agricultura y ganadería generalmente estaban a cierta distancia del casco urbano y en una finca con huerta, que está clasificada como suelo rústico, y pese a cumplir las condiciones para ser una finca urbana no se autoriza ese tipo de obras» subrayaba el alcalde.

Las escaleras centenarias de piedra plantean problemas a la hora de reformar, ya que son un elemento representativo de la arquitectura popular que en su mayoría se levantaron en vía pública. De plantear la reforma prácticamente «no se conservaría ninguna escalera y se perdería la idiosincrasia arquitectónica de estos pueblos. Hace 100 ó 200 años no existían las normas urbanísticas». El tipo de propiedad y las dimensiones de las parcelas también plantea otro problema al no ajustarse a la normativa provincial y condicionan la construcción «no hay terreno suficiente para cumplir los requisitos que la Comisión impone porque los solares y las fincas son muy pequeños. No estamos en Santa Clara». De aplicarse el planeamiento provincial «en 30 ó 40 años desaparece la arquitectura popular porque no es lo mismo un pueblo de montaña que un pueblo de Castilla». Abogó por mantener usos y costumbres que han permitido las construcciones típicas de las zonas de montaña.