Mora es una perra que tiene un don increíble. Doce años de edad, carente de un ojo, que perdió hace cuatro años en una cruel pelea con otra compañera de andanzas, y con una catarata en el único ojo que mantiene, de tal grado que quienes la observan consideran que no ve absolutamente nada. Sin embargo, caza de maravilla. Sale al monte y levanta corzos y liebres con la misma pasión que los demás y hasta con más destreza y profesionalidad. Es Mora una perra beagle, de carácter esquivo y ciega, que no cabe en sí de alegría cuando se monta en el coche para ir de cacería desde Benavente hasta las comarcas del noroeste provincial, principalmente Los Valles, Sanabria y la Sierra de la Culebra.

«Coge el rastro de un corzo y se va tras él latiendo guao-guao, guao-guao, y a los veinte minutos o a la media hora de la partida regresa a donde estoy yo, aunque haya seguido andando por el monte de Sanabria y me encuentre a medio kilómetro o al kilómetro del punto de partida». Así lo asegura, sorprendido de semejante comportamiento, el dueño, cazador y gestor cinegético, José Ignacio Regueras.

La perra se mueve además por entre la vegetación sin golpearse con tronco o ramaje, sin chocar con un brezo ni obstáculo alguno. Y el ciego ejercicio que practica en el monte, tras los corzos, lo hace en plena Tierra de Campos cuando su misión es levantar o correr tras las liebres.

Mantiene, eso sí, todas las prevenciones cuando se trata de marchar tras el jabalí. Este miedo o precaución define su inteligencia, que le retrae para no meterse en fregados con piezas intratables que exigen olfato y vista para esquivar navajazos de muerte.

Mora es la estrella de una cuadrilla de perros formada, además, por una podenca (su rival), una hija suya, nacida del extraño cruce con un bretón, y dos mastinas. «Pero la que sigue levantando la caza es la ciega. Las primeras son la infantería y las mastinas la caballería», expresa Regueras al explicar la actuación campestre de los canes.

La pérdida del ojo la ganó al pelearse con la podenca, con quien siempre andaba a la greña. El dueño, cansado de separar a los animales una y otra vez, decidió dejarlas desengañarse por sí mismas y no quiso mediar en el enzarzamiento. Otras veces utilizaba «una manguera para separarlas». José Ignacio Regueras no salía de su asombro cuando la vio «con un globo ocular colgando». La operaron consistió «en coser el párpado» del animal y, puesta de nuevo en su oficio en el monte, se portó «como si no hubiera pasado nada». Luego surgió lo de la catarata, que fue a más y, según las averiguaciones, le falta la visión «en un 100%». Un médico, que reparó en observar el único ojo con catarata que mantiene en la cara, y que realizó» una exploración con linterna, con movimientos rápidos hacia el ojo y la pupila, al ver que el animal no reaccionaba concluyó que no existe visión alguna».

Seguidora, como todo perro, de los gatos que se ponen a la vista, se han dado casos de pasar algún felino cerca de ella y no apercibirse del atractivo hasta que el olfato la pone sobre el rastro. Al ver la pericia con la que funciona en el monte, el dueño está convencido de que a este animal, y posiblemente a otros perros, «no les hace falta los ojos» para seguir a especies de caza mayor y menor con la fiebre necesaria. «Es una verdadera maravilla y un descubrimiento. Es emocionante observar a una perra vieja y ciega cómo se desenvuelve por el monte persiguiendo a corzos y ciervos sin golpearse con obstáculo alguno, y regresar y encontrarse con su amo» manifiesta el biólogo y gestor cinegético Regueras, admirado de la joya que tiene en casa.

«Ya de cachorra era una perra esquiva, pero en el monte es un fenómeno, y con la gracia de que vuelve pronto de sus escapadas y no se pierde horas o días, como ocurre con otros. Cuando se da cuenta de que el ciervo o el corzo corre más se da la vuelta» añade el gestor cinegético. A la vista de los hechos, apunta que «nosotros tenemos una tendencia inevitable a que la vista lo es todo, pero un perro de esta raza se mueve en otra escala. El mundo para Mora es un mundo olfativo y no visual».