Óscar Barba, dueño de tres de los galgos sustraídos y policía de profesión, asegura que los ladrones de perros forman parte de una «estructura organizada que funciona como una auténtica mafia». Según detalla, dentro de ella existen personas que actúan como informadores y realizan un seguimiento de los perros, a los que ven cazar para ver si son buenos. Su papel también incluye descubrir donde los guardan sus propietarios y saber a qué horas se encuentran solos.

A los informantes se suman los probadores, que una vez robados los perros se dedican a probarlos para comprobar su valía. Para dificultar su localización, los ladrones no dudan en extraer los microchips de los que disponen los galgos. Además, «si no les gustan se deshacen de ellos y normalmente los mantienen en condiciones lamentables», afirma Óscar Barba. Por ello pide que estos hurtos pasen a tipificarse como delitos y no solo como faltas, «para que los autores no queden libres con total impunidad».