Las campanas de la iglesia de Revellinos de Campos sirvieron ayer para recordar un lenguaje musical familiar en la mayor parte de los pueblos en un pasado no tan lejano, pero desconocido para las nuevas generaciones. 23 campaneros de varios pueblos de la provincia y de la vecina León participaron en una concentración en esta localidad en la que rescataron algunos de los repiques empleados hace tan solo unas décadas para comunicar todo tipo de noticias en el medio rural. A falta de telefonía fija, móvil o de Internet, las campanas eran antes un medio de comunicación rudimentario, pero eficaz.

«Se utilizaban para informar y avisar a los vecinos de cualquier acontecimiento, desde la existencia de un fuego al nacimiento de un niño», asegura el maestro campanero Joaquín Alonso, natural de Villarrín y uno de los expertos que participó ayer en la concentración celebrada en Revellinos.

Los participantes deleitaron a los presentes con la amplia variedad de repiques, como el de las fiestas, que se realizaba para convocar a los vecinos a misa o al rosario. Es de una gran plasticidad y muy difícil de interpretar por la clase de ritmos que lleva. Otro de los toques más conocidos es el de la alborada, que se hacía al amanecer. Normalmente estaba vinculado a las fiestas religiosas y populares de los pueblos. El ángelus s tocaba al mediodía para rezar la oración con el mismo nombre, que se volvía a rezar al atardecer tras el toque de oración.

Los maestros campaneros también demostraron su destreza con el toque de concejo, que se hacía con una sola campana para reunir a los vecinos del pueblo para la «hacendera» o «senara»: trabajos comunales como limpieza del monte o arreglo de caminos. Este tañido también servía para convocar a los vecinos para tratar temas que afectaban a la comunidad. El de fuego o a «rebato» se utilizaba cuando había un incendio en alguna casa y se tocaba para que los vecinos acudieran con calderos de agua. También se utilizaba en casos de inundación, riadas, fuegos en las tierras, peligro para el ganado o personas. El toque de rogativa se efectuaba en primavera durante las procesiones para bendecir los campos y pedir agua para ellos, mientras que el de nube se utilizaba cuando las tormentas cargadas de pedrisco amenazan las cosechas y también para alejar al rayo. Este repique se acompañaba de un conocido cántico, el «tente nublo». Todos ellos han sido recopilados en un documento elaborado por la Asociación Cultural «Carpe Diem», de Villarrín de Campos, con motivo del 35 aniversario de la Asociación de Campaneros de Zamora, la más antigua de España, celebrado el pasado mes de septiembre en dicha localidad. En cuanto al futuro de esta tradición, el maestro campanero Joaquín Alonso muestra su temor de que acabe desapareciendo. «Los campaneros que todavía quedamos ya tenemos una edad y la gente joven no tiene interés en perdurar este oficio, por lo que se perderá», según vaticina. El encuentro celebrado ayer concluyó con una comida a la que asistieron todos los participantes, que compartieron sus conocimientos sobre este arte.