El vino Volvoreta tiene una trayectoria brillante, llena de guirnaldas. Robert Parker santificó la añada de 2005 y abrió la aldaba hacia los tiempos venturosos. En BioCórdoba se coronó como el mejor tinto ecológico de España, logrando una puntuación única: 97,5, la máxima del certamen. En 2008 fue elegido para una investigación pionera dirigida por la Universidad de Barcelona y el equipo de especialistas de Bioquímica y Biología Molecular del Cáncer «con resultados concluyentes». Ese mismo año logra el premio al Mejor Producto Ecológico de Castilla y León. En 2009, la bodega es reconocida con el Premio Nacional a la Biodiversidad, concedido por el Ministerio de Medio Ambiente por su proyecto empresarial basado en las prácticas sostenibles en el viñedo.

Pero la bodega que ha parido y pare cada año al Volvoreta nunca se ha quedado parada. En 2011 investigadores de la Universidad de Madrid confirman que las uvas de los pagos de Sanzoles que labra esta firma, atesoran «niveles máximos de resveratrol», casi treinta veces más de lo convencional.

Antonio Alfonso y su familia no dejan de trabajar y experimentar para que la viña se exprese a su antojo, para arrancar producciones naturales. Porque ese es el gran objetivo de la marca Volvoreta: producir sin que se note, dejar que la tierra se relaje y ofrezca sus mejores frutos. Hay que volver al origen, sin olvidar los logros y los conocimientos del presente. El vino, en definitiva, no es más que la consecuencia natural de la uva, un milagro excepcionalmente cotidiano.