En plena mudanza al edificio de la escuela de Lobeznos. En esta tarea están embarcados los primeros pobladores del proyecto Sierra de la Culebra, entre ellos Eduardo Palomino, Jonathan Pico y Jaime Durán, después de trasladar su residencia desde Madrid, Badajoz y Cáceres. El Ayuntamiento de Pedralba de la Pradería es el que más facilidades ha dado para el asentamiento de estas personas. Un día, y tras reflexionar durante tres o cuatro años, dieron el paso de la ciudad a un pueblo, o el cambio de un pueblo extremeño a un pueblo diferente del noroeste de Zamora.

No es una moda «esto no es como ir a comprarse un pantalón», puede ser una tendencia pero «una vez aquí es cuando llega la verdadera criba». Ellos han dado un primer paso, que de resultar satisfactorio conlleva el traslado de la familia. Crear un grupo con afinidades que tire del proyecto es algo importante «yo estoy aquí por el grupo de personas que formamos este proyecto», que dicho sea de paso están repartidos por Sanabria y Carballeda, aunque Lobeznos se ha convertido en el punto de recibimiento provisional.

«Hay muchas cosas que hacer». A la crisis económica, que azota más en ciudades como Madrid, se ha unido la necesidad de un cambio en la calidad de vida urbana que algunos de ellos ya venían planteándose. El principal problema es encontrar una vivienda, donde el medio de pago sea con trabajos a la comunidad o al vecindario. En este grupo hay técnicos informáticos, ingenieros, expertos en construcción, artesanos, fotógrafos «aquí hacemos de todo, porque no se nos caen los anillos por hacer cualquier trabajo» resume Jonathan.

Prescinden todo lo que pueden del manejo de dinero para sacar adelante el proyecto de vida y se decantan por el intercambio y el reciclaje, aunque son conscientes de las dificultades que entraña esta vida enfocada al trueque y la cooperación hay posibilidades de sustituir el pago la renta de una casa por la prestación de un trabajo. Para compensar la cesión de una casa por parte del Ayuntamiento de Pedralba el grupo se ha ofrecido a confeccionar una página web institucional o hacer mantenimiento del futuro parque infantil. Otra posibilidad para sustituir un arriendo es realizar mejoras en las viviendas que puedan habitar.

La primera impresión es positiva a lo largo de estos meses como nuevos residentes, en Pedralba donde obtuvieron un primer edificio para vivir desde el 14 de noviembre y ahora en Lobeznos, aunque hay «muy pocos habitantes y casi todas personas mayores», pero en Lobeznos «hay más niños que en Pedralba, eso ya es un aliciente» comenta el grupo. Esas personas mayores que viven en estos núcleos «tienen mucho que enseñar y nosotros mucho que aprender». Combinar esa experiencia con nuevas tecnologías y nuevos conocimientos es parte de este proyecto de vida alternativa.

Es difícil integrarse en una comunidad pequeña, este grupo de jóvenes es consciente de los recelos de los vecinos con la llegada de un grupo de desconocidos, algo que no solo es exclusivo en un pueblo sino de cualquier vecindario. Un resquemor que poco a poco se va superando hasta el punto que este grupo de nuevos vecinos comienza a conocer por el nombre de pila a los vecinos. Han compartido desinteresadamente tareas como hacer y recoger la leña. Eduardo habla de tener mucha diplomacia y mano izquierda como recién llegados. En el pueblo hay un taller para trabajar la madera que está parado y al que se le podría dar la vida que tuvo antaño.

La amabilidad es una de las características de los residentes de la que han podido disfrutar, «la gente mayor está deseando hablar y contar cosas». En estas personas mayores han notado «una falta de autoestima y derrotismo muy importante». «Nos dicen que cómo venimos aquí a vivir si no hay nada. Cuando alguien se jubila pierde valor porque no es productivo, algo que es erróneo esas personas tienen mucha experiencia y muchos conocimientos».

Jonathan, embarcado en el proyecto de bioconstrucción, ve que «hay muchas cosas por hacer». La comarca brinda un potencial importante en sus recursos naturales, como las setas, las manzanas «¡cuántos manzanos hay en esta zona que se quedan sin recoger!», afirma Jonathan. De momento el clima es lo que más han notado. Llama la atención la cantidad de casas que están cerradas que podrían ser arregladas en contraprestación al pago de una renta.

Los nuevos pobladores tienen ganas de empezar a preparar un huerto, donde pongan en práctica la agricultura ecológica que tiene salida a través de grupos de consumo en las ciudades, que cada vez demandan estos productos naturales «el que más o el que menos ya tienen contactos o forma parte de estos grupos».

En resumen es «reflexionar sobre el modo de vida que tenemos».