El «Puente Chiquito», de Manzanal del Barco, resurge de las profundidades de las aguas del río Esla volviendo a mostrar el un viaducto que fue construido hace 82 años y que apenas prestó servicio cuatro años, pues sucumbió víctima del embalse de Ricobayo que ahora, a causa de la sequía, está bajando su caudal a bajos niveles, dejando ver las maravillas que enterró. La historia de Manzanal del Barco ha estado unida históricamente al paso sobre el río Esla entre Castilla y Galicia, y para estos días de fiesta uno de los grandes atractivos será «El Chiquito», cuya construcción costó 208.714 pesetas.

Ha pasado 101 años, desde que el 29 de agosto de 1911, la Corporación Municipal de Manzanal del Barco abordara por primera vez la construcción de un viaducto para sustituir la útil barca. Calcularon alcalde y concejales que le harían falta 15.000 pesetas: una auténtica fortuna. Por eso la idea era implicar otros municipios, pero la iniciativa no fraguó.

Tras quince años de sueños imposibles, el 27 de noviembre de 1926, el Ayuntamiento toma de nuevo la iniciativa y decide enajenar tres fincas, mediante subasta, para costear el puente: una de 7.439 metros cuadrados en «El Espinacal», una de 800 en «Bardezuela» y otra de 100 en «El Corral de Concejo». Y entonces se habían unido Carbajales y Losacino. Los albarinos encargaron el proyecto a Díaz Burgos, advirtiéndole, de antemano, que había poco dinero. El ingeniero propuso entonces un modelo de arcos similar a los promovidos por José Eugenio Rivera, que por aquel entonces construía el «Puente Pino».

La iniciativa sufría diferentes avatares y las obras no comenzaron hasta el mes de julio de 1927, ya que la subasta había quedado desierta hasta en dos ocasiones, siendo contratadas finalmente a la «Sociedad Constructora Ferroviaria». Tras dos años de trabajo se culminó en 1929. La recepción definitiva tenía lugar el día 12 de junio de 1930.

Dada la época y la escasez de fondos, el puente fue pensado para el paso de carruajes, animales y personas: con 3 metros y 70 centímetros permitía cruzarse a dos carruajes, muchas veces a costa de subirse en las aceras, pues el camino era 2,70 metros, dejando 50 centímetros a cada lado para quienes iban a pie. Se trata de un puente simétrico, de rasante horizontal y de planta recta, con 139 metros de longitud (con lo estribos de acceso supera los 170), alcanzando en su parte central los 30 metros sobre las aguas.

Tiene cuatro arcos de hormigón, las dos bóvedas centrales, parabólicas, de 45 metros de luz y las laterales, de 20 metros. «El Chuiquito» tuvo una vida efímera de 1930 a 1934 al ser sepultado por la aguas del Salto de Ricobayo.