Todos los años es igual y todos diferente. Como la vendimia, que depende del tiempo, de la maduración de la uva y de la voluntad de los viticultores. La fiesta que ensalza esta tarea, creadora de una cultura propia y fuente de riqueza desde el neolítico, cada año, por estas fechas, escenifica una forma de hacer que ha cambiado, pero que conserva la esencia de lo que fue: tiempo de plenitud, de recoger los frutos, de volver al pasado unidos al mismo hilo, el de la tradición. Sanzoles no deja pasar una, tiene a bien cultivar todas sus costumbres y, como no, también la de la vendimia. La asociación cultural Melitón Fernández revivió ayer la fiesta, buscando recuperar los valores etnográficos y populares de la localidad. Lo consiguió.

Lo más espectacular, sin duda, fue el desfile de cuadrillas de vendimiadores. Es verdad, que solo fue una escenificación, porque las cuadrillas hoy son muy cortas y suelen tener muchos años. Pero ahí estaban, jóvenes y mayores, vestidos de gala, más que para vendimiar, pero de lo que se trata es de revivir una tarea que activa los recuerdos y excita la nostalgia.

El desfile recorrió varias calles para unirse con los curiosos. El itinerario estuvo amenizado por la flauta y el tambor de Mario (asociación La Nota), acompañado de varios jóvenes de la localidad que llevan ya varios años aprendiendo sones tradicionales gracias a unos cursos organizados por la asociación Amigos del Zangarrón.

«Melitón Fernández» organizó también un concurso de postres con el fin de poner en evidencia la altura culinaria de los vecinos (mejor, vecinas) que tienen una mano especial con los dulces.

El desfile murió en el pabellón municipal donde los participantes, y todos los que se quisieron unir, comieron de tartera (como muchos escolares en estos tiempos revueltos). Para después de la comida estaba programado un bingo y una ginkana de la uva para los grupos más activos a partir de los cinco años.

El programa, en el que colaboró el Ayuntamiento de la localidad, se extinguió con una merienda popular y un baile con sorpresa.

El objetivo de dar a conocer a las nuevas generaciones una tarea agraria que ha cambiado en las formas, pero que conserva viva su contenido último, se cumplió.

La vendimia conserva ese aire de tarea agraria, capaz de concitar en torno a las cepas a familiares y amigos, y de manifestación hacedora de cultura por esa fuerza que desprende la plenitud de las uvas y el objetivo último del esfuerzo: dar vida al vino, jugo que activa lo más escondido desde siempre, desde que el hombre se hizo recolector de frutos.