El santuario de Nuestra Señora de Las Nieves se vistió ayer con sus mejores atuendos para festejar la romería de La Tuiza, patrona de la Alta Sanabria. Y nunca mejor dicho, con galas y trajes nuevos. El santuario estrenaba el retablo barroco, tras la restauración, donde la luz devolvió los colores brillantes a una madera tocada por el tiempo, que ayer presentaba su imagen rejuvenecida y más azulada. El restaurador ha sido Miguel Ángel Abella y los fondos han provenido de Caja España y del Ayuntamiento de Lubián. En el interior del templo, ni un banco ni un portavelas, ni un velador, la nave diáfana para acoger a los fieles a la Virgen. Se preveía una afluencia masiva y así fue. La nave no tardó en completarse.

Ayer estaba todo limpio y en orden pero el jueves hombres y mujeres de la Cofradía ayudaban a retirar andamios y tablones y al día siguiente, viernes, el trabajo común fue limpiar la nave. Un trabajo que ayer se pudo admirar. Las mujeres de la cofradía recogían ayer los donativos para seguir con las obras de mejora de los elementos decorativos, no solo los dos retablos que faltan, sino las paredes del templo.

Poco después de la una de la tarde el párroco, Jorge Flórez, comenzaba los actos para delegar el oficio de la misa a un sacerdote recién ordenado, el padre Santiago Martín Cañizares, descendiente de Padornelo, que recibió como regalo la casulla con la que ofició la ceremonia. Las personas que se dieron cita en el santuario altosanabrés descubrieron otro regalo. La procesión, que sale antes de comenzar la misa, ampliaba ligeramente su recorrido, para desviarse de ese camino que se antoja corto alrededor del templo. Solo unos metros más para ascender unos metros de la cuesta por la que se accede al recinto, pero los suficientes para que hubiera más relevos en el trono que llevaba la imagen, más tiempo para mirar, más tiempo para rezar, más tiempo para llorar y más tiempo para alegrarse de ver a la patrona.

Las andas también salían por primera vez ayer, con cambios no solo en su forma y decoración sino en la longitud de los palos, para que se alternaran más parejas de portadores, hasta cinco. La procesión contó con la enriquecedora presencia de la banda que abandera a esta romería, que es su esencia, As Portelas. Una banda que vista desde fuera aumenta de año en año el número de miembros de todas las edades, aumenta también en orden, concierto y en estética. Este año completaban su indumentaria con un tocado peculiar para los hombre y pañuelo, con aires gallegos.

Una vez en el interior del templo los vecinos esperaban las palabras de Santiago Martín, unas palabras agradecidas y de afecto, evocando las veces que desde niño había ido a La Tuiza, en esta ocasión de una forma especial, como sacerdote. Ejercerá su ministerio en otra diócesis, no muy lejana, la de Zamora, donde será sacerdote en cuatro pueblo, aunque quedó comprometido para el último domingo de septiembre asistir a los actos de la patrona de la Alta Sanabria.

Al finalizar la misa el padre Flórez, cómplice en esta ocasión con familiares y amigos, hizo un poco más de tiempo para que entraran algunos músicos de la As Portelas para entonar el himno propio, aunque se escribió en el siglo XVI, «La marcha del peregrino» en homenaje al recién ordenado. Con anterioridad en nombre de la corporación, la teniente de Alcaldía, Arabela Ramírez, dirigió unas palabras de reconocimiento en nombre de la corporación y los vecinos al nuevo sacerdote. El momento más emotivo llegó cuando un familiar, Teresa Silva, hizo entrega de la figura en metal del templo de la Tuiza, con la inscripción en recuerdo de esta primera misa a la Virgen de Las Nieves. Una misa «de la que podéis estar seguros no se me iba a olvidar nunca». La marcha del peregrino, resonando en el templo, puso los vellos de punta y las lágrimas a punto de aflorar. El párroco Flórez hizo entrega de un cuadro que evoca las palabras de Teresa de Calcuta «que cada misa sea como tu primera misa». La Coral Tierras Altas de Carballeda y Sanabria entonó el último himno a la Virgen para despedir los actos religiosos.

Se echa de menos la feria de ganado, pero en su lugar crece de año en año la feria de productos que este año ha atraído a productores y a artesanos de diferentes rincones de Sanabria, de los Valles, de León y por afinidad cultural de Galicia. Como buenos previsores todo el recinto estuvo resguardada por carpas, aunque ayer no frenaron al agua sino al sol, que cayó con ganas pese a que en el resto de Sanabria se acomodaron las nubes. Y con ganas también entró el pulpo, la carne, el vino y el pan. Para cenar, dos terneras, en Lubián no se andan con gaitas destempladas.