«El sonido ancestral de la gaita va en el interior de todos los sanabreses, de nacimiento o descendientes. De eso me di cuenta el año que no hubo gaitero en las fiestas de mi pueblo. Acostumbrados a escuchar siempre a los gaiteros de Pedrazales o al músico de Rabanillo, ese año todos mis amigos comentábamos que faltaba algo, y que era el ruido de fondo de la gaita. No sabíamos las canciones, pero sin querer se te quedan en el interior» expresa Otero Alonso.

Manuel Otero Alonso, descendiente de San Justo y gaitero, recopila en su libro «100 Canciones de Sanabria» letras del folklore sanabrés que comenzó a rescatar muy cerca, en las canciones que oía a su abuelo Antonio Alonso Prada, que el día de la Alcobilla cumplió 93 años, Engracia Alonso Prada, Josefa Prada Fernández y Juana Vega Núñez.

Entre las grabaciones inéditas Alonso recoge las de Manuel Fernández «Patolas», de San Martín de Terroso, y María Barrio, de Pedralba de la Pradería, además de Socorro Rodríguez San Román, de Otero de Sanabria.

La obra recopila fotos tanto propias como de su hermana, también gaitera, Patricia Alonso Otero.

La asociación Virgen de la Asunción también facilitó testimonios gráficos del folklore a lo largo del siglo XX.

Manuel Otero además de rescatar letras y estribillos profundiza en las peculiaridades de la gaita sanabresa, el tamboril, la pandereta y la voz, así como su lugar en el folklore comarcal, que difiere sustancialmente en cuanto a la secuencia lógica de peso de los instrumentos. Así, en Sanabria es la voz la que marca el ritmo, seguido de la gaita y el tambor. En la secuencia lógica es el instrumento de percusión, al que se acomoda la gaita y la voz.

Con una pequeña tirada de su ejemplar, agotado en poco más de un mes, ya ha cosechado no pocas anécdotas, como la que protagonizó una amiga que al leer en casa las canciones preparó un serano como los de antes, con mayores y jóvenes.

En esta importante labor de recopilación está la parte de tradición oral que ha recogida Manuel Otero, pero también un trabajo de investigación en archivos y bibliotecas para poder acceder a las obras de destacados músicos y folkloristas, como Manuel Manzano o el maestro Haedo y una amplia bibliografía con las obras de Salvador Calabuig, Pedro Fidalgo, Joaquín Díaz, Modesto Espada o Argimiro Crespo.

La obra, que se concibió como una recopilación de cantares y como obsequio familiar, se trasformó en un libro de 180 páginas, bien aprovechadas, como recopilación de documentación importante y nombres asociados al folklore sanabrés muy reconocidos en Sanabria pero que casi no han sido divulgados.