Unas 220 hectáreas, según las primeras estimaciones, fueron calcinadas en el incendio iniciado en la tarde del pasado lunes y que se extendió por el término de Ferreruela de Tábara y Puercas llevando la tensión a los habitantes de este último pueblo por la aproximación del frente de fuego a la localidad.

A su paso, las llamas se llevaron por delante un colmenar de Puercas, castaños, pinos de algo más de diez años, y monte de jara, brezo y otros arbustos.

El panorama dejado por el siniestro era ayer el propio de un territorio desmantelado. También en Ferreruela el fuego preocupó en un principio, y todo fue a menos gracias a que el viento sopló en otra dirección y extendió el siniestro hacia Puercas.

El apicultor Manuel López Domínguez, de Ferreruela de Tábara, nada más observar el humo del incendio salió escopetado para el lugar y consiguió, junto con la operación de corte que hizo el operativo contraincendios, salvar el colmenar, que en estas fechas se encuentra con la producción de miel ya almacenada y lista para recogerse.

«A las cuatro miré por la ventana y no había humo, pero luego estaban las carrocetas, fui corriendo y el fuego estaba prácticamente encima. Por suerte era mediodía y no había mucho movimiento de abejas. Al estar dentro se las cubre y es posible trasladarlas, pero como las colmenas están cargadas de miel pesan unos 150 kilos. Y también fue una suerte que el viento soplara hacia Puercas porque si lo hace hacia Ferreruela se queman todas. Con todo, algunas se ahumaron» expresaba ayer López Domínguez.

Sobre el origen del incendio ayer sonaban todas las hipótesis: que si alguno con mala intención, que si interesados en mantener activos los fuegos para tener trabajo, que la creación de pastizal, que si era obra de aficionados a las setas que piensan que el fuego mejora el suelo y, con ello, la producción de hongos, que si la caza. «Se sospecha de todo el mundo».

López Domínguez señaló además que con los incendios «las abejas toman la defensa de alimentarse cuanto pueden con la miel elaborada y almacenada por si tienen que huir hacia otro lugar». Cifra incluso el consumo, en un solo día, «en un tercio de las existencias».

Es decir, que una parte de la cosecha de este año ha sido devorada por las propias abejas ante la gran amenaza que tuvieron con el fuego iniciado a escasos metros de su emplazamiento.

Sin vegetación de brezo y jara que aprovechar en la zona, las abejas tratarán de culminar su libación en el pino y el roble, o buscarse otros puntos más alejados.

No ocurrió lo mismo con el colmenar del vecino de Puercas Andrés Álvarez Ampudia, que fue arrasado por las llamas. Sus panales mostraban ayer un aspecto penoso y muerto, muy lejos de la atmósfera de vida y bullicio que registran los colmenares en estas fechas.

El escenario de Puercas ofrecía ayer un aspecto desolador y fueron muchos los vecinos de la localidad que durante la mañana se desplazaron al lugar para conocer de primera mano lo sucedido. Pudieron observar, según afirmaron algunos de los presentes, que el incendio se cebó «en un monte que era todo combustible». Todos ellos habían salido en la tarde del viernes para hacer frente a las llamas.

También se percataron de que las águilas volaban y oteaban a la pesquisa de topillos «que andaban como locos».

La zona abrasada era visitada anteriormente por los ciervos, que aprovechaban para abrevar en las lagunas. El ambiente paisajístico y avifaunístico había cambiado completamente de aspecto en las contadas horas que las llamas marcharon sobre el mismo, impulsadas por un viento que aceleró su avance. El Servicio de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León daba ayer tarde por controlado el incendio de Ferreruela de Tábara, y seguía aún sin definir la superficie afectada por hallarse todavía en fase de perimetración.

Por otra parte, la Junta de Castilla y León daba por extinguidos los incendios originados en el término de Mellanes, iniciado a las 12,34 horas, y que afectó a una extensión de 0,45 hectáreas de jaras y escobas; así como el siniestro iniciado en el término de Castillo de Alba, que afectó a un total de 0,70 hectáreas de escobas.