Llegó el día. Santa María abrió sus puertas y se quedó pequeña. El párroco de Fuentesaúco, Antonio Pilo, pensó que el día de la Asunción, con el pueblo lleno de gente y la gran fiesta de la Virgen, era el momento ideal para lanzar una mirada al monumento más emblemático de la villa saucana. La iglesia de Santa María del Castillo, cerrada hace 41 años por su patente deterioro, lanzó ayer un simbólico SOS de la mano de los vecinos y feligreses que abarrotaron el templo en esta simbólica apertura cargada de emotividad.

Muchos saucanos no podían imaginar que volverían a oír misa en la iglesia donde se casaron o tomaron la primera comunión. Todo ha sido posible gracias al empeño del párroco, el apoyo del Ayuntamiento y el arrojo de voluntariosas personas que, tragando polvo y doblando lomo, han limpiado el interior dejando el templo digno para la ocasión.

Antes de la misa, el profesor Santiago Samaniego, cronista oficial de Fuentesaúco, se encargó de resaltar la importancia histórica de la parroquia, declarada Monumento Nacional, a través de sus diferentes fases constructivas. El historiador recordó el origen de la iglesia de Santa María ligado a un castillo como lo prueban los documentos a la altura de la segunda mitad del siglo XIII, cuando Fuentesaúco «era señorío dependiente del obispo de Zamora» y se estipulaban «nuevos arbitrios para la restauración del castillo y de las iglesias de la villa».

De acuerdo con las investigaciones de Samaniego, el castillo aludido «sería un amplio recinto cuyo lado naciente coincidiría con las cloacas que embocaban antiguamente en el gavión del puente Beluche y desaguaban hacia la llamada Fontana Pizarro. Allí se han podido documentar ocularmente enormes sillares atizonados que delatan la potencia de una enorme fábrica militar relacionable con un recinto militar que englobaría una torre del homenaje que correspondería a la cabecera de la iglesia».

Dando un salto en el tiempo, el cronista saucano recordó la fecha del 2 de enero de 1545 cuando Antonio Rodríguez, canónigo de la catedral de Zamora, muestra su intención de ser sepultado en la iglesia de donde son parroquianos sus antepasados, solicitando una de las capillas colaterales. Recibe la licencia para el depósito de sus restos y en la «dotación inicial de tal capellanía agrega un molino que posee en Vadillo de la Guareña y una tierra con su prado en Fuentelapeña, además de la anexión de unas rentas que posee en Pedroso (Salamanca)».

Destacó Samaniego cómo entre los años 1551 y 1554 se debió de construir la cabecera absidal del templo «a cargo del salmantino Hernando del Valle y su cuadrilla de canteros integrada por Juan de Ribas, Sancho de la Cotera y Pedro de Santolalla». El autor del plan tracista de la obra sería Pedro de Lanestosa, seguidor «muy distinguido» de Rodrigo Gil de Hontañón.

Otra intervención en Santa María se remonta a enero de 1592 cuando el arquitecto zamorano Alonso Gutiérrez «hace unas gradas, antepechos y losaduras. Pero también la pared del mediodía». Hasta que las grietas que surcaban los muros de las paredes determinaron que se impusiera una nueva restauración -la más ambiciosa- en el año 1619. A finales de 1621 se realizarían las obras de cubiertas. «Con la muerte del maestro de cantería Andrés del Cerro en 1630 y su entierro en Santa María se cierra el capítulo del edificio de la obra, sólo alterada de vez en cuando por otras pequeñas obras de calado menor», como las de Jerónimo de la Hoz en 1707 por la parte alta del norte.

De toda la fábrica arquitectónica sólo quedaba por concluir la torre que, como destacó Santiago Samaniego, «comenzó ya en el siglo XVIII», para proseguir después con obras «de menor ambición» como pueden ser la balaustrada del campanario a cargo del maestro Eustaquio Román en 1790 «y mismamente la delineación del presbiterio cuatro años después o el proyecto de la sacristía que se debió a la invención de Manuel Sipos en 1798».

Tras la disertación histórica del profesor Samaniego, comenzó la misa. Han pasado cuatro décadas -unos dicen que 40 años, otros que 41- desde que se cerraron las puertas de la parroquia saucana, motivo suficiente para que el pueblo literalmente se volcara con un acontecimiento histórico. Pero si había alguien realmente emocionada ese era su párroco, Antonio Pilo, quien en su homilía agradeció las manos desinteresadas de mujeres y hombres que han limpiado la iglesia. Y al igual que hiciera con la ermita de los Dolores, el párroco invitó a hacer de Santa María un espacio más allá del propio culto. Un templo abierto a la cultura y todas las iniciativas que redunden en el bien de la comunidad.

El próximo acto de culto confirmado será el Vía Crucis, pero más inminentes es el sábado la representación de la obra de teatro de Don Juan Tenorio a cargo del grupo zamorano «La Tijera».

Y progresivamente las obras que cuando se cerró la iglesia fueron custodiadas en casas particulares irán retornando a su lugar natural: la resucitada iglesia de Santa María del Castillo.