La villa de Fuentesaúco durante los siglos XIX y XX es la protagonista de un nuevo volumen de cuadernos de investigación realizado por Santiago Samaniego y María Guadalupe Murillo y editado por el Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo.

«Fuentesaúco en los siglos XIX y XX. De villa nobiliaria a municipio constitucional» es calificado por su autor como fruto de «quimeras estivales» que surgió a raíz «de mi nombramiento como cronista oficial de la villa, en 1997 y del traslado del Archivo Municipal a las dependencias del Provincial y su posterior catalogación». Samaniego asegura que «siempre tuve claro que tenía que acometer la historia de Fuentesaúco... que deseo que tenga continuidad con los siglos XVI, XVII y XVIII».

María Guadalupe Murillo destacó «la objetividad y el rigor histórico con el que se ha llevado a cabo la investigación».

Entre los datos curiosos enumerados, Murillo destaca «la gran preocupación de los consistorios de finales del siglo XIX y principios del XX por hacer llegar el ferrocarril a la villa. En 1908 y 1914 ya había estudios de campo y terrenos destinados a este fin que se quedó en una ilusión. El ferrocarril no llegó y en 1925 Fuentesaúco queda apartada de red de ferrocarriles de la provincia».

Fuentesaúco tal y como hoy se le conoce tiene un largo proceso de constitución que se inicia según los autores del libro en 1837 con la disolución del régimen señorial y las elecciones de alcaldes y regidores ordinarios dentro de un Ayuntamiento constitucional a lo largo de los dos siglos a estudio.

La población tuvo un crecimiento ininterrumpido en el siglo XIX, «pero alterado por las sucesivas crisis coléricas, fortísimas epidemias de sarampión y viruela y las crisis de subsistencia por inundaciones y sequías», en el XX se produce el inicio del descenso que debido a muchos factores «provoca la huida a América y Australia. En concreto en 1911 ya se habla de despoblación del término municipal».

María Guadalupe Murillo asegura que el Consistorio saucano «siempre estuvo en déficit, que se volvió endémico y que tenía su gran apoyo en la venta de las maderas y que hasta la Guerra de la Independencia tenía una riquísimas alamedas y negrillos. Todo desapreció con la guerra y ésta trajo una bancarrota». Destaca que el Ayuntamiento «siempre se acogió a las políticas de repoblaciones de los sucesivos gobiernos... pero con malos resultados» y la preocupación de los consistorios «por la situación de la sanidad y la higiene pública a través de ordenanzas y autos de buen gobierno».

En el libro se pone de manifiesto que el gran desarrollo económico de la villa viene con el franquismo, época en la que se realizan grandes edificaciones, se instala el agua corriente, la luz eléctrica y se hacen pavimentaciones. Sin embargo, esta época «en cuestión de cultura fue muy pobre y ese espacio lo ocupa la iglesia». Esto fue alimentado por la falta de locales adecuados, asentismo escolar y el alto nivel de analfabetismo. Como datos mostrar el 72% en el caso de las mujeres y el 60% para hombres. Todo lo contrario a lo ocurrido en la República cuando la villa saucana sufre «un boom cultural a todos los niveles» y contaba con 27 asociaciones de todo tipo y se canalizó a través de los casinos, círculos de recreo y el teatro, el cual acogió la proyección de la primera película muda en 1913.

La sociedad saucana no fue ajena a la represión franquista, Murillo hizo hincapié en que «este tema se ha tratado con muchísimo delicadeza, porque todavía quedan descendientes de los encausados». Así seis vecinos murieron, otro vecino estuvo preso en el penal de San Cristóbal en Navarra, dos maestros fueron separados del cuerpo y 26 saucanos sufrieron incautación de bienes y de productos.

Santiago Samaniego destacó como curiosidad que en el libro aparecen imágenes inéditas de la villa, de la Virgen de la Antigua desvestida y la relación de topónimos que estaban a punto de perderse «recogidos de labradores y pastores».