Unas 5.000 ovejas atravesaron ayer la plaza del Mercado de El Puente para acercarse por la cañada real hasta los pastos de Aciberos, en la Alta Sanabria.

Los ganados trashumantes de Aliste surcaron nuevamente la vía pecuaria en dirección a los pastos donde permanecerán hasta que «la hierba se acabe» afirmaba uno de los conductores de las reses.

Seis personas, pastores de Aliste, se encargan estos días de conducir al rebaño hasta su puerto. Este es el segundo rebaño que cruza por la localidad sanabresa. El primero de los rebaños que cruzó se desvió de la cañada, el pasado sábado, para dejar su derecho real de paso a las motos, también en trashumancia itinerante.

En dos o tres jornadas los ganados y los pastores llegarán a su destino, a los pastos arrendados a la Junta Vecinal de Aciberos. Aun que en el momento del recorrido y son seis las personas que acompañan al ganado, luego en el destino se quedarán tres para cuidar el rebaño durante los meses veraniegos.

Los ganados llevaban ayer cuatro días de viajes desde que partieron de diferentes pueblos de la comarca de Aliste como San Vitero, Gallegos, Valer o el Poyo. El camino utilizado se encuentra «mal como siempre» según afirma el ganadero, Romás García, que no encubre su molestia porque hay quien da por desaparecida la trashumancia. El principal obstáculo, dice, «es el paso de las vías del tren». El pasó por la plaza del marcado, desde que cruzaron el descansadero de Sampil al mediodía, aún se demoró unas tres horas, para no coincidir en su marcha con el mercado semanal que ocupaba la cañada. El sesteo de los animales dio tiempo a levantar todos los puestos y dejar limpia la plaza, y a que los vecinos de la vía vigilaran que las reses no se comieran las plantas ornamentales. La Guardia Civil ralentizó el paso de vehículos en la rotonda de la carretera del Lago para que la cabaña ganadera enfilara la carretera de Ilanes, en dirección a Quintana.

En las tierras alistanas dejaron atrás «algún lobo» y están convencidos de que montaña arriba aún no dejarán de ver algún depredador con ganas de echar el diente a las ovejas. Cada uno de los 5.000 animales van marcados con la señal que identifica la casa de procedencia. Los mastines se confunden con la lana y los careas andan cerca del amo dispuestos a seguir sus órdenes.

En la sierra las comodidades son pocas, a lo sumo un chozo para pasar las noches, aunque «nos dejan usar las pistas» trazadas en los parques eólicos para poder acceder con un vehículo y facilitar el traslado de enseres y alimentos. Con el rebaño a pie, el animal de carga es el burro que cierra la marcha del rebaño. Es el portador de elementos necesarios para hacer más cómoda y llevadera la vida del trashumante.

El paso del ganado fue seguido con especial interés por los vecinos y las personas que ayer andaban por El Puente, conscientes de que es una estampa que tiene mucho de histórica pero que hoy es un visión poco común.