Ganaderos de Sayago, que sufren de lleno las consecuencias de la sequía, se ven obligados a buscar agua donde buenamente pueden para abastecer a sus cabañas de ovino y vacuno.

Hay quienes se han visto obligados a buscar manantiales y construir nuevas charcas, quienes recurren incluso a los grandes socavones dejados por las canteras, donde se conforman grandiosos recipientes, y quienes aprovechan las aguas del embalse de Almendra, que también deja ver en sus mangas una considerable merma, aunque ésta esté supeditada a la gestión hidroeléctrica. En ambos casos, con el riesgo de ser sancionados porque no está permitida la recogida de estas aguas para los usos ganaderos sin la debida autorización.

La gravedad de la sequía que golpea al campo queda en evidencia sólo con ver que importantes cauces sayagueses aparecen a estas alturas del año inusualmente resecos, dispensando escasos volúmenes de agua únicamente en ciertos cadozos a los que llegan los animales apresuradamente por sí mismos, o conducidos por sus amos, ansiosos por saciarse.

Son, por lo demás, abundantes por la orografía sayaguesa las charcas que ofrecen unos niveles demasiado bajos, y sobre las que se arremolinan los ganados. «Están bajo mínimos» expresa el alcalde de Fresno y presidente de la Mancomunidad de Sayagua, Carlos Vega, que afirma que una de las medidas que se están adoptando «es la limpieza de las charcas» para conseguir el mayor aprovechamiento. El vacuno sufre aún más la insuficiencia de agua en las balsas porque estos animales «se introducen en ellas y embarran» el poco volumen aprovechable.

Fuentes ganaderas cifran entre cincuenta y setenta litros los que necesita una vaca al día, y entre seis y siete litros diarios cada oveja, aunque, precisan, depende mucho de la temperatura de la jornada.

Antonio Carrascal, ganadero de Villar del Buey, que apacenta un rebaño de ovejas, y también cuentan con algunas vacas, señala que los ganaderos pasan por un momento de gran dificultad no sólo por el bajo precio de los productos sino porque ahora mismo se ven obligados a gastar más en pienso para suplir la falta de alimento de los campos. Destaca, no obstante, la suerte de contar con interesantes comunales.

Incide Carrascal en que al recurrir al pienso y a la paja es todavía mayor la necesidad de agua de los animales, lo que agrava aún más la situación. Comenta que, a consecuencia de la sequía, los ganaderos se han visto obligados a comprar depósitos para almacenar agua con la que abastecer a los animales.

Otros ganaderos han recurrido a construir nuevas charcas, pero consideran que es una inversión que puede rondar los 1.500 euros y no es rentable porque las parcelas son pequeñas. «Es otra forma más de gastarse el dinero los ganaderos, buscando manantiales» expresa uno de los que ha decidido buscar la solución por esta vía. De hecho, no faltan quienes han reclamado a sus respectivos Ayuntamiento que realice pozas para el uso ganadero. Pero en este caso se encuentran con la sequía económica que pesa sobre los consistorios.

Fresno de Sayago, al igual que otros de Sayago, cuenta con la suerte de disponer de agua en pozos dejados por la actividad extractiva de las canteras. La Confederación Hidrográfica prohibe la extracción de agua, pero no que los animales abreven en estos cuencos artificiales, que llegan a tener varias decenas de metros de profundidad. Anteayer la vaca de un ganadero cayó al pozo, «de veinte metros de profundidad», pero no tuvo problemas en salir por su propio esfuerzo. Antonio Carrascal hace un llamamiento a las administraciones para que respalden al sector ganadero porque parece abocado a sufrir. También Carlos Vega augura un futuro poco prometedor de no aparecer las lluvias y reverdecer los campos.

El impacto de la sequía tiene su repercusión también en balsas de agua enriquecidas con especies piscícolas para beneficio de pescadores, de las ranas y de las aves, charcas que presentan estos días un aspecto desesperante, con el fondo cubierto de vegetación y sin apenas unos sorbos de agua.

Son lugares aprovechados en la época hábil por los pescadores, que gustan de probar suerte con sus cañas porque son escenarios repoblados con tencas que dan juego a las personas y a la avifauna.

Estos lugares son, además, el hábitat querencial y predilecto de las ranas, que son otra de las especies que juegan un papel importante en la provincia de Zamora, con importantes raneros, y con diversas aves que se nutren especialmente de batracios.