Por el humo se sabe donde está el fuego y ayer, un día radiante e iluminado por el sol, sobresalientes chimeneas echaban hacia el cielo sanabrés espesos mantos de humo en diversos puntos de la sierra, como si en la zona operaran poderosas centrales térmicas. Los más imponentes en la cimerada serrana, entre Sotillo de Sanabria y Ribadelago; entre Lubián y Chanos, en la cuenta del Tuela; en la vertiente de Castrelos y, a partir del mediodía, un fuego originado en Portugal, pero que se adentró con enorme ímpetu y un frente «de más de siete kilómetros» en la sierra de Parada, por la zona de La Tejera.

Por poner en riesgo el paraje botánico del Tejedelo, de Requejo, que alberga tejos milenarios, Infocal declaró este siniestro de nivel 1 a las 16.00 horas de ayer.

La Junta de Castilla y León señaló que el incendio de La Tejera, procedente de Montensinho, «llevaba activo en tierras lusas desde anteayer, y debido al viento se ha adentrado este mediodía en la frontera con España por la parte del Tejedelo y del término de La Tejera». Destaca que «el frente sobrepasa los siete kilómetros en la frontera portuguesa por lo que los medios de extinción de la Junta de Castilla y León, y del Ministerio, han actuado defendiendo la entrada de las llamas en el Tejedelo y continúan sofocando el fuego en la zona con el término de La Tejera».

El operativo estaba formado, según la Junta, «por 3 técnicos, 4 agentes medioambientales, 2 cuadrillas, 2 autobombas, 2 bulldozer, BRIF (Brigada de Refuerzo de Incendios Forestales) de Tabuyo (León), 2 helicópteros de Rosinos y Villardeciervos y el Kamov (helicóptero bombardero de agua)».

Toda la cuenca del cristalino río Tuela aparecía a causa de tanto fuego sumida en una densa neblina y un fuerte olor a quemado y cenizas, que caían sobre los coches de algunas poblaciones de la zona.

El humo también delataba chamusquina en la zona de San Ciprián de San Justo, en la parte de Villanueva de la Sierra, donde acometía un fuego originado en la parte orensana, y que ayer tarde obligaba a intervenir, según detalla la Junta, «a 2 técnicos, 2 agentes medioambientales, 1 autobomba, 1 bulldozer y una BRIF de Tabuyo, desplazada de La Tejera».

Extinguidos o completamente controlados estaban ayer el siniestro que en la noche del pasado domingo llenó de miedo a la población de San Martín de Castañeda, y también el de Pedralba de la Pradería.

Pero buena parte de Sanabria aparece estos días como un mosaico de escenarios abrasados que evidencian el paso de las llamas. «Ahora se da mucha candela» expresaban ayer en Padornelo, y «estamos acostumbrados» manifestaban en Chanos, donde un mayúsculo helicóptero luchaba contra un incendio, abasteciéndose del agua almacenada en la piscina local, con una capacidad de 200.000 litros.

Los incendios están a la orden del día. Vecinos de San Martín de Castañeda contemplaban ayer las huellas del incendio que el domingo por la noche amenazó con adentrarse en el pueblo y llevarse por delante viviendas habitadas y otras edificaciones.

José Martín se acostó a las tres de la mañana después de que las llamas se apagaran a las mismas puertas de la casa, construida hace sólo cinco años. Un familiar, José Fernández, se afanaba por despejar de zarzas y maleza las inmediaciones de la vivienda porque la situación vivida fue de infarto. Otro vecino, cuentan, sacó a toda prisa a los perros de caza de un inmueble situado un poco más arriba, y que también corrió el peligro de ser pasto de un incendio.

¿Quién pudo prender? Es la pregunta sin respuesta. Sin embargo, los vecinos exculpan, en este caso, «a ganaderos y cazadores». «El fuego llegó a las barbas» dice José Martín, que incide en la edad avanzadas de las personas que habitan los pueblos. Con todo, una mujer destaca la entrega del vecindario a la hora de sofocar un fuego que sacó a la gente de casa cuando se tropezó «con la iluminación delante de las narices». Lucharon contra las llamas con mangueras, con las ramas de escobas de toda la vida y con todas las fuerzas posibles porque corría peligro el pueblo.

La depuración de vegetación baja que hicieron las llamas dejó al descubierto las basuras depositadas en sus frondas y que pasaban desapercibidas gracias a la maleza. Elementos de hierro o chapa que el fuego no consumió aparecen ahora a la luz en la vertiente del Lago.

Los vecinos de San Martín de Castañeda tenían ayer a la vista otro aparatoso incendio que apalambraba la masa forestal del entorno de la Laguna de Carros.

En Pedralba de la Pradería un operario de Telefónica revisaba, en medio de la zona calcinada, el tendido afectado por las llamas. Y en Castrelos una cuadrilla de teléfonos reparaba más de un kilómetro de cableado que había sido abrasado y dejado sin servicio a las poblaciones de Castrelos, Hermisende, La Tejera y San Ciprián de Hermisende y Castromil. El calentón de las llama se había llevado por delante la fibra óptica y el resto de la red.

El incendio de la sierra de Sotillo y Ribadelago fue poco a poco remitiendo por la actuación de un hidroavión que descargaba sobre el siniestro el agua recogida en el embalse de Valparaíso. Casi al mismo tiempo, un helicóptero luchaba una y otra vez con gran efectividad sobre un fuego reavivado en la cuenca del Tera, entre Chanos y Lubián. En el pueblo de Chanos, la gente seguía el suceso con total tranquilidad. «Estamos acostumbrados, es monte viejo lo que se quema» afirmaba una vecina.

Manuel Benéitez, de 80 años, permanecía sentado sobre la cerca de piedra de una cortina, viendo cómo marchaba el riego que le ocupaba. «Estoy regando una finca para que reverdezca y coma el burro», expresaba. Y en la finca, el asno pacía sin mayores agobios. Para Benéitez «los fuegos son una salvajada».

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