Tamara, Verónica, Indiana, Diana, Azahara, Aidén y María son las integrantes de la quintada de Sanzoles 2012. No hay hombres. No hay problema; ellas han asumido la responsabilidad de protagonizar todos los festejos tradicionales que se incluyen en el programa anual de celebraciones. Empezaron en Reyes, con la hoguera y los bailes y seguirán hasta el Zangarrón, el 26 de diciembre. En Carnavales, cómo no, también han sido protagonistas y ayer corrieron las cintas, con el gallo de testigo. Y el sábado escenificaron la boda de Carnaval y organizaron los bailes y todo lo demás. No hay miedo cuando hay ganas de hacer las cosas como manda la tradición. Y en eso no hay nadie que las gane.

Cuando se necesita algún personaje masculino, pues se busca y ya está. Así hicieron en la Boda de Carnaval del sábado. «Pupi» fue el novio y el séquito se completó con todos los jóvenes de ambos sexos nacidos en la localidad. Volvió a cumplirse la tradición y otra vez más la alegría presidió una ceremonia esperpéntica, tiznada de diversión. La comilona fue de aúpa y las madres, siempre las madres, volvieron a demostrar que en hacer comidas copiosas nadie las gana. Un placer gastronómico de puro lujo.

También hubo mucho arte en las relaciones de ayer. Las quintas supieron ponerle gracia a la crónica social que refleja la vida de la comunidad local durante un año. Hubo muchas risas y aplausos. Menos pericia con los animales. Y es que ya se sabe que los tiempos que corren nada tienen que ver con los de antes y ahora de conducir caballos y asnos, nada de nada. Hubo burros y sonrisas, carreras menos, pero las quintas cumplieron. El gallo allí estuvo de testigo dando fe de que la celebración se cumplió según los cánones, pues claro que sí. Durante todo el fin de semana, Sanzoles fue un hervidero de disfraces que mancharon de color las calles y plazas.

El próximo reto para las quintas será poner el mayo y la culminación, claro, organizar la fiesta del Zangarrón. Tienen una oportunidad única para hacer historia si se atreven a protagonizar la función, bailando junto al personaje central de la fiesta y el tamborilero. El respeto a la tradición es imprescindible, pero las tradiciones han sobrevivido porque se han sabido adaptar a los tiempos. El alma nunca se puede tocar porque es inmutable, pero el cuerpo cambia, como ha cambiado la vida de ayer a hoy. Las quintas de Sanzoles tienen la última palabra. Lo que decidan, bien decidido está.