Vecinos de Palacios de Sanabria han denunciado la aparición de los cadáveres de siete ciervos decapitados en un paraje del término que, además, es pasteado por la ganadería local. El hecho se agrava aún más porque entre la sarracina de animales abatidos se encuentra también un perro pastor, al parecer, de un ganadero, y cuyo cuerpo aparece cosido por las postas.

El vertedero de los cérvidos ofrece un extraordinario descuartizamiento, con pieles, huesos de todo tipo e incluso un cráneo diseminados por uno y otro lugar, lo que prueba que ha sido durante las últimas noches y jornadas un disputado cebadero para todo tipo de predadores y carroñeros.

Ayer mismo, una docena de cuervos levantaron apresuradamente el vuelo ante la presencia humana, pero son visibles los excrementos de lobo y las huellas de otros comensales, entre los que no faltan los perros que acompañan a la ganadería del lugar. No deja de llamar la atención en semejante panorama la estampa de un perro que, en principio, parece haber sufrido las colmilladas de otros cánidos en la disputa de la carne. Pero una revisión más precisa revela que fue acribillado por arma de fuego.

Al sorprendente cuadro de restos, patas y costillares de los ejemplares eliminados y descabezados se suma el olor nauseabundo que llena por completo la atmósfera del paraje que ocupan.

La naturaleza y el montante de este depósito de cadáveres cinegéticos ha causado estupor en parte del vecindario y, según afirman fuentes conocedoras del hecho, «la preocupación aumenta en la localidad por la presencia sin control de cazadores, al igual que por la presencia de posibles cazadores furtivos». Incluso ponen de manifiesto que «en la zona existe una baja vigilancia por parte de guardas medioambientales de la Junta de Castilla y León y de la Guardia Civil».

Afirman, además, que «desde la operación Trama Petardo (relativa al caso de caza y compraventa de carne que fue investigada en Asturianos) muchos vecinos de estas localidades vienen denunciando la aparición en los montes de la zona de cadáveres y restos de animales en todos los rincones de estos dos cotos (Palacios y Asturianos)», e insisten en la escasa vigilancia que se ejerce ahora «sobre la gente que practica este deporte, así como del resto de los individuos que vagan a su antojo por todos los lugares del monte».

Precisan, asimismo, en un escrito elaborado con toda la confidencialidad, que «hace unos días se comunicó a la Guardia Civil la aparición de una docena de cadáveres en avanzado estado de putrefacción, todos amontonados, lo que denota una clara violación contra la salubridad de las personas e incluso contra los bienes de un coto de caza al cual le abonan un dinero para realizar el deporte de la caza mayor, pero siempre controlado, y con un riguroso -hasta hace unos dos años- control por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado».

Van más allá en sus consideraciones y señalan que «durante la temporada de caza menor se vino denunciando por parte de cazadores que ejercen este deporte, por los montes de Asturianos y Palacios, cantidades enormes de restos de animales que los perros esparcen por todo el contorno, y de los cuales parece ser, proceden de la caza incontrolada en tiempo de rececho de los corzos y cérvidos que ejerce sobre estos cotos».

Los denunciantes del caso ponen de relieve, además, que «los vecinos de Palacios y Asturianos nunca han estado en contra del aprovechamiento de la caza por parte de foráneos del lugar, pero sí han denunciado en numerosas ocasiones la impunidad con la que ciertos cazadores ejercen dicho deporte en los parajes pertenecientes a estas localidades, disparando sobre todo lo que se mueve y dejando los cadáveres, después de cortarles las cabezas».

Inciden en señalar que tanto «la Administración como el Seprona, que antes eran vistos por estas zonas y ahora han desaparecido, hacen caso omiso a estas advertencias de los vecinos, y solo actúan si se realiza una denuncia por escrito o se lo comunica algún arrendatario de estos cotos».

Este espectáculo de muerte salta al conocimiento público tras la conocida y pública sentencia dada por el Juzgado de Puebla de Sanabria, que resolvió archivar el caso de la trama Asturianos, «dejando únicamente como punible la tenencia ilícita de armas de uno de los ganaderos y desvinculando tanto a veterinarios como a los guardias civiles imputados en su momento por los delitos de falsificación y omisión de perseguir delitos». Desde entonces, según los vecinos, la vigilancia ha quedado reducida a la mínima o nula expresión, de ahí el descontrol imperante. Es de señalar, no obstante, que la citada sentencia está recurrida en la Audiencia.

Vecinos de Palacios indican sobre el desarrollo cinegético que tiene lugar en la zona «que están cansados de las idas y venidas de cazadores por el monte sin ningún tipo de control por parte de los agentes y efectivos encargados de vigilar y perseguir las posibles ilegalidades y delitos».

La presencia de tantos cadáveres en el monte de Palacios es considerado por algunos como un posible cebadero para dar muerte al lobo. Hacen hincapié, además, en que «esta situación debería conocerla la Junta de Castilla y León por ser la responsable de la autorización de los permisos». Unos permisos que también ponen en entredicho en el propio sector de la caza por cuanto que dicen no entender las razones por las que se facilitan a unos y no otros. Sobre la concesión de lobos se viene reclamando una mayor transparencia y un conocimiento público de los cotos agraciados con esta autorización, que supone una revalorización de las posibilidades cinegéticas del acotado, un mayor atractivo y, en consecuencia, una posible mayor participación de cazadores y rentabilidad económica.

Los denunciantes de los hechos, ante la aparición de estos ejemplares decapitados y tirados en el campo, ponen en entredicho los resultados de la montería. En las proximidades del vertedero de cérvidos aparece una gran atalaya, construida con andamios y camuflada con ramaje, que bien pudiera servir para la colocación de cazadores como puesto de observación para dirigir la caza o practicar la misma.