Un lobo atropellado en la noche del pasado viernes en el término de La Hiniesta, y otro también golpeado por un vehículo en el término de Villalpando, el pasado día 29 de enero, ponen de relieve que el superdepredador no escapa a la realidad de la alta siniestralidad de la fauna en las vías de comunicación, y que la polémica especie pierde efectivos no sólo por la caza, ni por el control que ejercen la patrulla del lobo ni por el furtivismo.

El lobo muerto en la autovía A-VI, a su paso por Villalpando, en una zona próxima a una de las áreas de descanso, apareció precisamente en la última jornada de caza, el pasado domingo 29 de enero. El hecho fue conocido por los cazadores y despertó jugosos comentarios porque, en principio, hubo quien consideró que el animal había sido tiroteado por alguno de los participantes en alguna de las cacerías practicadas por el territorio, y que había ido a morir precisamente en las proximidades de la villa.

Sin embargo, el presidente del coto, Jesús María Gallego, aseguró ayer que el lobo había muerto a consecuencia de un atropello y no por un disparo. También expresó que el caso puede repercutir en el propio acotado si el titular del vehículo decide dar parte del siniestro y exige responsabilidades. Es un caso más de una realidad no exenta de discusión porque el coto carga con los daños de un animal sobre el que no tienen mayor gestión porque el aprovechamiento cinegético se limita a la caza menor.

«En todos los accidentes que ocurren en la autovía condenan al coto» señaló ayer Gallego, que precisó que todos los años deben afrontar algún siniestro de caza mayor, especialmente del jabalí.

Que el lobo aparecido muerto fuera el centro de interés de los cazadores también respondía a que, según fuentes del colectivo, «existía el temor de que pudiera tomarse alguna medida de vedado contra el coto si realmente se comprobaba que había recibido un tiro».

La irrupción en la autovía suele tener lugar por los accesos de otros viales e incluso por rupturas del vallado. Para Jesús María Gallego resulta en cierto modo excesivo que carguen la responsabilidad de la fauna de caza mayor en el coto cuando no llevan la gestión de su aprovechamiento cinegético.

Respecto al lobo muerto el pasado fin de semana en La Hiniesta, tuvo lugar en la vía de circunvalación.

Entre las razones que pueden llevar al lobo a recorrer espacios urbanos o próximos a las localidades está no sólo la existencia de naves ganaderas sino de posibles vertederos. Aunque el lobo no está entre las especies que mayor número de atropellos registra en las vías de comunicación zamoranas, no es desde luego una sorpresa y todas las grandes vías cuentan en su haber con alguna colisión. Además, su estampa es más que conocida cruzando carreteras como la N-525, a su paso por Sanabria-Carballeda; la N-630, en su tramo terracampino que linda con zona forestal; la N-631, la N-122 entre Fresno y Toro, y gran parte de las carreteras secundarias de la reserva de caza de La Culebra y de determinados municipios sanabreses.

El biólogo y gestor cinegético José Ignacio Regueras, en un reciente trabajo sobre atropellos de la fauna, registró la muerte de cuatro lobos en el año 2010. Los lobos fallecidos a consecuencia de la colisión con un vehículo en Villalpando y La Hiniesta fueron recogidos por agentes de la Guardia Civil o de la Guardería Medioambiental.