Es un hecho sin precedentes. Nunca se había producido semejante aparición de aves muertas o heridas por tiros de escopeta. Está ocurriendo en la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila donde, a lo largo de la presente temporada cinegética, ornitólogos y aficionados a la observación de aves comprueban con preocupación e impotencia cómo algún desaprensivo suelta el gatillo con absoluta ligereza.

Según los datos recabados por este diario, en los últimos meses se han localizado tres busardos ratoneros (Buteo buteo), uno muerto y dos heridos; dos grullas (Grus grus) muertas; y un aguilucho lagunero (Circus aeruginosus).

Éste último fue localizado por Alfonso Rodrigo, naturalista aficionado y colaborador de la Asociación Zamorana de Ciencias Naturales (AZCN) durante una de sus frecuentes visitas a la Reserva. El pájaro yacía sobre el suelo en la zona del puente romano, en las cercanías del municipio de Villafáfila, «y tenía un tiro», cuenta el autor de hallazgo. «Lamentablemente es un problema constante; esto nos demuestra que no se debería permitir cazar con escopeta en los alrededores de la Reserva; los límites que ahora mismo tiene la zona no cazable son ridículos».

En el caso de los busardos ratoneros, uno de los pájaros heridos fue localizado por Miguel Rodríguez a finales del pasado mes de diciembre. Cuando este ornitólogo realizaba un viaje a las Lagunas de Villafáfila se encontró con la desagradable sorpresa de esta pequeña águila posada sobre el suelo y sin apenas inmutarse cuando se le acercaba el humano. Sorprendido por la falta de reacción del animal, este pajarero comprobó que la rapaz estaba herida y no podía levantar el vuelo. Al principio pensaron que la causa del mal era el veneno, ya que había muchos agujeros de topillos por la zona y además habían encontrado otro ratonero muerto muy cerca.

De inmediato lo recogieron y lo llevaron hasta la Casa del Parque de El Palomar, donde se comprobó que el pájaro había recibido un tiro. Un caso más. Porque en la Reserva se tiene además conocimiento de dos grullas muertas a tiros en la misma zona y otro ejemplar de ratonero.

Los sucesivos hallazgos han hecho saltar las alarmas de ornitólogos y habituales observadores de aves en la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila, especialmente frecuentada durante estos meses por la invernada de miles de aves.

Fuentes bien informadas han confirmado a este diario que se está trabajando para la identificación de el autor o autores de estos ataques a especies protegidas. Si algo está confirmado es que todos los animales, muertos o heridos, han aparecido dentro del término municipal de Villafáfila

A partir de ahí la identificación de los desaprensivos no es tarea fácil «porque es muy difícil pillarles "in fraganti". Pegar un tiro es cuestión de segundos y lo normal es dejar allí al animal porque si cargan con la pieza pueden pillarle"», apunta Rodrigo. La realidad es que el pájaro pasa al alcance de los perdigones y solo es cuestión de apuntar y tirar para que caiga, muerto o malherido.

Entre los ornitólogos y miembros de la Asociación Zamorana de Ciencias Naturales no faltan voces que abogan por sanciones inmediatas ante este tipo de ataques a especies protegidas (no cinegéticas), como el cierre automático del coto durante la temporada.

Lo cierto es que la aparición de pájaros tiroteados dentro de los límites de la Reserva Natural no es una práctica habitual. Según Alfonso Rodrigo, «nunca se había producido algo igual. Como este año nunca se han dado tantas muertes de aves por disparo en las Lagunas de Villafáfila». Sí hay casos de pájaros muertos por envenenamiento, sobre todo cuando coincide con una explosión de topillo, pero en ningún caso por la acción de las escopetas.

La excepción más espectacular se produjo hace ahora cinco años, cuando aparecieron dieciséis milanos reales muertos a tiros. Y así lo denunció la propia Asociación Zamorana de Ciencias Naturales, apuntando hacia un sector del colectivo de cazadores que actúan con total ensañamiento. «No tiene sentido disparar a una rapaz o a una grulla; hay gansos suficientes como para saciar esas ansias de matar», apunta el colaborador de la AZCN.

Aunque ni por asomo es lo mismo, esta Asociación observa también con preocupación la proliferación de fotógrafos en la Reserva, «que no respetan los límites de la zona de observación de aves. Van a conseguir la mejor foto del pájaro y lo demás les da igual». Un objetivo muy diferente al que mueve a los apasionados observadores de aves, que salen al campo a ver pájaros o a buscar los más raros. «El problema son los fotógrafos no pajareros, que no les importa traspasar los límites con tal de conseguir la imagen que quieren», sentencia Alfonso Rodrigo.