La población efectiva de lobos en la península ibérica se estima en nada más que unos 50 ejemplares. El resto son ejemplares viejos, enfermos, no reproductores o ejemplares «emparentados genéticamente», endogámicos o hibridados, lo cual, en conjunto, conlleva una amenaza que podría condicionar, «a la larga, el futuro de la especie». La población efectiva es un concepto que plasma la viabilidad genética futura de la especie.

«La población no está sana» expresó ayer Carles Vilà, doctor en Biología, profesor de la Estación Biológica de Doñana y miembro del Comité de Asesores expertos de la Estrategia Española de Conservación del Lobo Ibérico.

Vilà es uno de los integrantes del grupo que ha llevado a cabo un trabajo de investigación sobre el lobo, liderado desde la Universidad Autónoma de Barcelona, la Estación de Doñana y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y que también se centra en la población del cánido en Rusia.

A esta coyuntura biológica se ha llegado después de unas décadas marcadas por el deseo y afán de exterminar a un depredador, calificado de alimaña, de la faz del país; pero también por la pérdida de hábitat y por otros acosos humanos que llevaron al cánido a una pérdida de efectivos y, en consecuencia, a una situación de menor diversidad genética.

El trabajo puntualiza además los censos sobre la especie manejados oficialmente por las administraciones, y considera que pueden estar «sobreestimados».

No obstante, Vilà señala que «la situación actual no es crítica, pero no es tan sana como podría pensarse».

Los investigadores llegaron a esta conclusión «a partir del análisis conjunto de diversos marcadores genéticos de un centenar de muestras de procedencia rusa y española». Según expresan, «se ha podido observar parámetros reducidos de diversidad genética y una notable disminución del tamaño de la población efectiva de lobos en ambos lugares», aunque el resultado es «especialmente acusado en España».

Esclarecen que «el término población efectiva es un concepto genético equiparable al de una población que pierde la variabilidad genética con la misma velocidad que la población real». Hacen referencia sobre el particular a estudios que apuntan que «el tamaño de población efectiva media para una gran cantidad de especies es alrededor del 11% del tamaño de población estimada en los censos».

En el caso del territorio ibérico, aunque ponen de manifiesto «que no se conoce a ciencia cierta», aluden de una existencia «de al menos 254 grupos reproductores, lo cual supone unos 500-650 adultos reproductores entre España y Portugal». En cambio, «los "censos" oficiales de las administraciones asumen que esto podría suponer unos 2.000 lobos en España, lo cual implica una población efectiva teórica de unos 220 ejemplares. También se considera que la población de los lobos durante su mínimo poblacional en la década de los 60 y 70 del pasado siglo XX fue de unos 500 ejemplares.

Sin embargo, según los resultados del trabajo de investigación, «la población efectiva de lobos en España es un 23% inferior a la prevista a partir de los datos oficiales, en torno a los 50 ejemplares, lo cual sugiere una reducción poblacional durante el pasado siglo mucho mayor que la supuesta inicialmente o una sobreestima del censo actual en España».

Los investigadores, que han publicado su trabajo en la revista «Conservation Genetics», afirman que «habitualmente se considera que una especie deja de estar en peligro de extinción cuando tiene una población efectiva de un mínimo de 500 ejemplares con los que evitar problemas como la endogamia».