«Nos ha dicho el técnico de la Junta que el movimiento de los animales es imprescindible; que la reserva está llena de machos y éstos, muchos de ellos viejos, ya no son fértiles y atacan a los sementales jóvenes; le muerden los testículos, los matan...». Mirico Sánchez, presidente de la sociedad de cazadores del coto «San Zoilo» de Sanzoles, no pierde detalle de la mano de galgueros; pegado a unos prismáticos, mira de vez en cuando a una libreta donde está apuntado el orden de salida de los galgos. El reglamento es sagrado y hay que cumplirlo a rajatabla.

Los técnicos, al parecer, recomiendan que, de vez en cuando, se realice el «cribado» de las reservas de caza, para evitar la consanguinidad y conseguir que la fauna siga siendo salvaje y no se acostumbre a un ambiente «apacible» que, curiosamente, juega en contra de su ciclo vital porque es más propicio a enfermedades y a la pérdida de fertilidad.

La «operación» se lleva a cabo con el control de la Junta de Castilla y León. La mayoría de los galgueros de Sanzoles participan en la cacería y lo hacen, se nota, con ilusión, porque desde un principio saben que hay diversión asegurada. Así es, porque aunque las liebres avistadas han disminuido respecto a las que se contabilizaron hace diez años, el número se considera satisfactorio.

Mirico Sánchez invoca la necesidad de llevar a cabo una permanente gestión cinegética. «Las especies solo sobreviven si se cuidan; están equivocados aquéllos que piensan que si no se cazaran liebres, perdices y conejos los censos aumentarían; no es así, hay caza porque hay cazadores que se preocupan durante todo el año de las especies cinegéticas, esto no viene de la nada».

La batida en la reserva se enmarca dentro de esta política de gestión cinegética. «Un año cazamos liebres con red y las trasladamos a otros puntos del coto; pero la técnica es difícil y se necesita mucha colaboración que, a veces, no se encuentra; un coto como este, con más de un centenar de cazadores, necesita un cuidado especial porque si no esto se acaba».

El presidente del coto de Sanzoles confirma el «gran milagro»: «Aquí, contrariamente a lo que ocurre en otros pueblos y lugares, la media de edad de los cazadores es muy baja, hay muchos jóvenes que se han hecho socios en los últimos años, es un fenómeno que extraña fuera pero que es así».

El almuerzo a la lumbre es la mejor plataforma de convivencia. Es el momento de recordar a los galgueros de antaño, de homenajearles con mil historias.