Las fotografías que aparecen en esta página fueron tomadas el pasado domingo en el término municipal de Sanzoles, en el pago de El Culo del Mundo, pero con otros protagonistas y diferente paisaje, pero con las mismas rozaduras, podrían haber sido obtenidas en mil sitios de la provincia. Zamora, la Zamora rural, está abierta a la canal por miles de rozaduras causadas por las incursiones de motoristas y conductores de quads, que han improvisado cientos de circuitos por mitad del monte, provocando un enorme impacto que, de momento, nadie ha cuantificado.

Se quejan los cazadores, se quejan los propietarios de terrenos, pero la sangría no cesa: cada vez hay más marcas en tesos y montículos, cada vez crece más una afición que está dañando el paisaje e incluso la biodiversidad de amplios espacios, ya que la fauna salvaje se desplaza presionada por la presencia de vehículos a motor.

Un miembro de la junta directiva de la sociedad que gestiona el coto de caza de Sanzoles, que prefiere no identificarse, asegura que el daño sobre las especies cinegéticas «está siendo muy grande». «Hemos comprobado -explica- que en las zonas utilizadas como pistas deportivas ha desaparecido la caza; el ruido y la presencia de motoristas asusta a la perdiz, pero también a la liebre y al conejo».

El presidente de la Delegación Provincial de Caza, José Antonio Prada pide que «todo el mundo respete el monte como lo hacemos nosotros; la práctica cinegética se mantiene desde hace miles de años y a pesar de esto esta actividad nunca ha cambiado el paisaje como está ocurriendo ahora con las prácticas deportivas, alguien tiene que tomar medidas para que el deterioro no continúe».

Los propietarios de parcelas y eriales también han denunciado la situación creada, y han informado de la misma a la Guardia Civil. Algunos han colocado anuncios prohibiendo el paso por sus parcelas que, a la larga, no han servido de nada porque no se suelen respetar.

Pero no solo se ven afectadas las especies cinegéticas por la irrupción de vehículos en pleno campo, así mismo la fauna salvaje sufre las consecuencias del ruido y de la presencia humana sin ningún tipo de control.

El hecho de que se utilicen los montículos y las zonas onduladas para la práctica del motociclismo hace que las consecuencias se hagan visibles desde lejos, modificando de forma clara el paisaje y afeando zonas de gran valor medioambiental que se utilizan también como miradores.

Los aficionados al deporte de las motos, por contra, mantienen que el daño no es importante porque, en general, utilizan sendas y caminos ya trazados. Reivindican, además, más circuitos donde practicar su deporte favorito. Mantienen, por otro lado, que el tipo de moto que utilizan, «no está, precisamente, hecha para la carretera».

En algunos pueblos de la provincia, los ayuntamientos han atendido la petición de los aficionados y han trazado pequeños circuitos de moto cross, aunque no han tenido demasiado éxito, debido a sus pequeñas dimensiones y a que no son pistas oficiales.

Ya se han producido enfrentamientos entre moteros y cazadores, sobre todo en el transcurso de monterías, al irrumpir los primeros en zonas donde se está ojeando la caza mayor. «Lo que no queremos -asegura José Antonio Prada- es que la cosa vaya a mayores; lo lógico es que se imponga el sentido común y que los aficionados a las motos circulen por los caminos rurales, evitando así que perjudiquen a los cazadores y a los propietarios de terrenos».

Según el delegado provincial de caza, «la Guardia Civil tuvo controlada la situación hace años, pero en los últimos tiempos parece que ha vuelto a repuntar porque las roderas por medio del monte son cada vez más visibles y las quejas de cazadores y paseantes han aumentado considerablemente; hay que buscar una solución para que nadie salga perjudicado».