Once pueblos de la provincia son abastecidos actualmente por los camiones cisterna de la Diputación Provincial con agua potable o han tenido que conectarse a otra red de agua ante los problemas de contaminación detectados en los análisis periódicos del agua.

Los municipios afectados se ubican en el entorno de las comarcas de Vino, Pan y Campos. Se trata de Castronuevo de los Arcos, Torres del Carrizal, San Marcial, Entrala, Villarrín de Campos, Villalba de la Lampreana, Arcenillas, Pobladura de Valderaduey, San Cebrián de Castro, Tardobispo y San Cristóbal de Entreviñas. En la mayoría de los casos el problema está en la contaminación por nitratos, en algunos pueblos también atrazinas, arsénico y fluoruros que superan los niveles permitidos para la salud, por lo que se aconseja no utilizar el agua para el consumo humano.

La situación se prolonga en algunos casos como en Castronuevo y San Marcial desde hace cerca de tres años. Otros, como Villarrín, Villalba de la Lampreana o San Cebrián de Castro se han «estrenado» hace pocos meses.

La situación llevada con más o menos paciencia por los vecinos suele ser un problema de larga y costosa solución y en muchos de los casos nadie certifica una fiabilidad al cien por cien.

Castronuevo de los Arcos es la decana de la provincia. Lleva tres años abasteciéndose por cisternas por tener el agua altas concentraciones de nitratos y atrazinas. En este caso los vecinos ya ven la luz al final del túnel porque en breve podría comenzar a funcionar la depuradora que se ha construido en el municipio para salir de la situación.

Este es el único caso de la comarca de Campos-Pan-Lampreana que tiene actualmente una solución ya que en la zona, a parte de los ya conocidos como el caso de Cañizo, en los últimos meses han aparecido nuevos problemas en Villarrín de Campos y en Villalba de la Lampreana por arsénico y en San Cebrián de Castro por nitratos.

Así, los más de quinientos habitantes de Villarrín se levantaron el pasado día 11 con un bando del Ayuntamiento en el que se les informaba de la situación por la que atraviesa el pueblo. «Nunca habíamos tenido problemas, pero ahora ya ves los análisis han dado positivo», confirma la alcaldesa concepción Gómez. La población con una residencia y un colegio comarcal recibe el abastecimiento por cisternas dos veces a la semana y como remedio solo queda «analizar el agua de una segundo pozo nuevo que tenemos, ya que nos hemos estado informando sobre filtros y otros mecanismos y a parte de ser caros no nos garanticen que funcionen al cien por cien».

Los trescientos vecinos de Villalba de la Lampreana comenzaron a abastecerse con cisternas la pasada semana después de que los primeros análisis realizados al agua del municipio hace veinte días arrojaran altos índices de arsénico, nitratos, nitritos y fluoruros.

El Consistorio está a la espera de los resultados de un contraanálisis que diagnostique si la situación es definitiva o por el contrario pudiera ser debida a la sequía padecida en los últimos meses en la zona. La alcaldesa, Angelina Deza, explicó que «la situación nos lleva a tener que construir un nuevo pozo, que estamos mirando como podría ser aprovechando las infraestructuras del antiguo y tendría un coste aproximado de 24.000 euros». El Ayuntamiento ha realizado ya a lo largo de los años diversas inversiones en materia de agua y la corporación municipal está en contacto en las diferentes administraciones para poder llevar a cabo la obra que soluciones el suministro.

La mala suerte respecto al suministro de agua parece perseguir al municipio ya que este contaba con dos pozos de sondeo, pero uno de ellos se arenó el pasado año y el que queda ha empezado a dar problemas.

Las cisternas llevan a los pueblos 11.000 litros de agua semanales, y en el caso de Castronuevo acuden hasta dos veces por semana, para intentar aliviar una situación que en la mayoría de los casos «no tiene visos de arreglarse» como afirma Rita Feo Sastre, alcaldesa de Pobladura de Valderaduey, cuyo pueblo está en esta situación desde 2009. Los 53 habitantes de este municipio, que en el ochenta por ciento de los casos superan los setenta años, se ven obligados a cargar con las garrafas una vez a la semana para abastecerse, «ya nos hemos acostumbrado» y como único remedio se está estudiando la posibilidad de poner filtros en las casas, «aunque para ello necesitamos la ayuda de las administraciones porque somos un pueblo muy pequeño y es imposible pensar en un pozo, prosigue Feo Sastre.

Hasta el momento nadie ha sabido dar explicaciones a los regidores de la comarca sobre el origen de la proliferación de los casos, aunque como asegura Fermín Largo, alcalde de Castronuevo y presidente de la mancomunidad de Campos-Pan -Lampreana, «antes no se analizaban tanto las aguas y respecto a las filtraciones estás son inevitables en los tiempos que vivimos».