Celedonio Pérez

Es como una burbuja de animación que estalla en agosto. Las semanas culturales son un clásico en los pueblos zamoranos. Se reparten como antaño los caramelos en los bautizos, a la rebatiña; se esparcen por mil sitios, pero cuando se levantan lucen con luz propia como los faros en noches de niebla. Sanzoles se apuntó hace años a la moda y, poco a poco, ha ido consolidando un programa cultural, que tiene un sello autóctono, el que da la participación masiva de los vecinos, no solo como espectadores, también como actores y protagonistas.

La presente edición de la semana cultural de Sanzoles se sale por las costuras: tiene actividades para ocho días. Empezó el sábado pasado con un mercadillo medieval (o lo que sea) en la Plaza Mayor, con puestos de productos de la tierra y acaba hoy con la representación de la obra de teatro «Nos tocó la Primitiva» a cargo del grupo de la asociación cultural «Melitón Fernández», colectivo local que organiza las actividades en colaboración con el Ayuntamiento y el apoyo de la asociación «Amigos del Zangarrón» y la farmacia de María Mulas.

El zoco del sábado pasado fue como se supone: variopinto, colorista y caliente, con temperaturas cercanas a los cuarenta grados. Roscas, chocolate, bebidas convencionales y hasta recuerdos del Zangarrón inmortalizados en bandejas, más aperos de labranza, todo en revoltijo, envuelto en buen humor.

Juegos tradicionales interpretados por los niños, que hay que hacer patria, y la fiesta del jubilado consumieron domingo y lunes.

La programación del martes merece capítulo aparte. Actuación estelar del coro «San Zoilo» dirigido por Luis Martín Negro (Santarén Folk). Mérito tiene este grupo de vecinas que dejan a un lado los años, las circunstancias y los dimes y diretes y se ponen a ensayar como auténticas profesionales.

Nunca es tarde para educar la voz, nunca es tarde para valorar lo que está perdido en el acervo cultural, empolvado y despreciado, nunca es tarde para conjuntar voces y darse cuenta de que las canciones de siempre suenan más bonito cuando alguien dirige la función, frena y acelera, hasta conjuntar el grupo. Aplausos para ellas y para su director Luis Martín Negro ( «que canta como los ángeles», me dicen que lo ponga y yo, que soy un mandado, lo pongo).

Lo de Alicia González merece también pararse un momento. Aquí hay arte, de verdad. Ya no es solo el oficio que se aprende en las clases, es otra cosa. La jovencísima bailarina, acostumbrada a estar siempre por encima de la superficie sin que se le note, que ya tiene mérito, no solo baila bien, que eso está al alcance de mucha gente; transmite, emociona, rompe los esquemas del convencionalismo y por un instante pone sordina a los problemas cotidianos, que también tiene mérito, y, lo más importante, enciende la mecha del sentimiento, que eso ya es facultad de los elegidos.

La semana cultural ha navegado a ritmo de crucero, llegando a todos los vecinos de Sanzoles. A unos con la nostalgia desatada, a otros con el arte y a la mayoría con el humor, que también ha habido ratos para las risas y sonrisas, los chistes y las gracias y gracietas para todos los gustos.

El miércoles se celebró una prueba de bici cross. Y por la tarde actuó el grupo La Morana, colectivo que está haciendo una labor impagable en la provincia en favor de la etnografía zamorana. Este mismo grupo impartió ayer una conferencia sobre cultura e indumentaria tradicional, patrocinada por la asociación «Amigos del Zangarrón». También estaba programado un cuenta cuentos y un espectáculo de marionetas con Valia.

El programa cultural se ha completado con un festival infantil y la exposición de obras de artesanía de Félix Prada que cada vez se supera más en sus creaciones.

La semana cultural tiene hoy un espectacular colofón con la escenificación de la obra «Nos tocó la Primitiva». El grupo de teatro de la asociación cultural «Melitón Fernández» pone en escena una comedia marcada por los chascarrillos y las situaciones de enredo que, seguro, va a gustar mucho a la concurrencia.

Las actrices de este grupo llevan meses ensayando las distintas escenas cómicas robando tiempo al tiempo y preparándose para una representación que durará dos horas. Se necesita mucho amor por el arte de Talía y muchas ganas de ver vivo a un pueblo que necesita más iniciativas y menos frenos.