Un hombre resultó ayer tarde corneado en un muslo y en un brazo durante el emocionante espante taurino organizado en la pradera de Bermillo de Sayago. Además, un niño cayó del vehículo cuando el toro se arrancó contra el coche viviéndose unos momentos de gran pánico. Tanto el joven como el niño fueron llevados al hospital de Zamora, aunque en el segundo de los casos, parece ser el suceso no tuvo mayores consecuencias que el soberano susto.

El espante de Bermillo provocó ayer numerosos momentos de máxima tensión y fue seguido con cierto temor por cuanto que uno de los novillos optó por acercarse hasta las inmediaciones del pueblo, donde más gente se concentraba sin resguardos seguros, simplemente subidos sobre las rocas de granito y sobre las cercas de las fincas, con peligrosa exposición a las astas de los toros.

Precisamente en las proximidades del núcleo, en la zona conocida como El Puerto, fue donde el hombre, de unos 39 años, fue enganchado por el novillo que le volteó con fiereza. Fuentes vecinales señalan que ocurrió cuando citó al animal y, al querer escapar, resbaló en la hierba y fue enganchado. Responsables del Centro de Salud de Bermillo eludieron ayer ofrecer información sobre las personas atendidas.

Los dos toros, de la ganadería de Emilio Galán, fueron soltados con puntualidad a las 5.30 horas. Las condiciones de la orografía de muros y vallados hace que no se preste a los caballos y solamente una treintena de jinetes tomaron parte. Sin embargo, fueron incontables los vehículos que acudieron a la cita, cargados de gente hasta los topes. El animal que tomó las lindes del pueblo, de color negro, mantuvo en vilo a los aficionados por su carácter correoso y decidido. Siguió a los coches y a los espectadores con deseo y puso en apuros a no pocas personas con sus serias arrancadas. El toro colorado tampoco se vino abajo y recorrió el término con celo. Finalmente se metió en una charca y allí fue enganchado con una maroma, según explicó ayer el organizador Luis Miguel Ballesteros.

La bravura esgrimida por los astados y los peligros vividos por la afición en el espante Bermillo pusieron muy a las claras que lo que ayer corría por el campo distaban mucho de ser de la raza sayaguesa.