El ataque, presumiblemente atribuido a dos lobos, sufrido por un rebaño de ovejas en el término de La Bóveda de Toro se ha saldado, de momento, con 18 ovejas muertas, un número indeterminado de heridas y una veintena desaparecidas.

Es el balance inicial realizado por José Ignacio Gallego, el propietario de la cabaña de unas 200 ovejas que estaban recogidas en un aprisco, a medio camino entre La Bóveda y Guarrate, y que entre la noche del domingo y la madrugada del lunes recibieron la «visita» del depredador. Fue un amigo del ganadero el que, hacia las siete de la mañana, alertaba de que las ovejas estaban fuera del cercado. Cuando se acercó hasta el rebaño José Ignacio comprobó el desaguisado que habían provocado los lobos, «parece ser que han sido dos», apuntaba.

«Cuando han atacado los lobos, algunas han brincado y se ha preparado una morrocotuda. Son ovejas nuevas y las más ágiles son las que peor paradas han salido. Hemos encontrado algunas muertas al lado del aprisco y otras 16 en un reguero a lo largo de un kilómetro. Cada veinte metros aparecía una», cuenta el ganadero que en sus 20 años al frente de la explotación no había vivido un destrozo similar. «En los últimos 7 u 8 años he ido a ataque por año pero ninguno como éste», cuenta. El año pasado él mismo fue testigo de cómo el cánido se llevaba a una oveja.

«El lobo ha salido de su hábitat natural y nos obligan a convivir con él. Esto es la ruina», lamenta José Ignacio Gallego, que este año ha visto disparado el coste del seguro para compensar las pérdidas de los ataques de lobo. «He pasado de pagar 70 euros el año pasado a 300, porque dicen que como en esta zona está atacando mucho cuesta más». El ganadero no se aventura a valorar los daños de la lobada; «lo iremos viendo en los próximos días. Tendremos abortos, otras que cuando tengan que parir salga el cordero muerto, había bastantes preñadas y algunas para parir en septiembre, así que puede pasar de todo».

A juzgar por el panorama encontrado, las ovejas han sufrido «bastante estrés y muchos golpes, las ha tenido toda la noche en danza», comenta el ganadero de La Bóveda. Y si espectacular fue el reguero de cadáveres que iba encontrando por los rastrojos, no menos la rápida presencia de los buitres en busca de alimento. «A las diez de la mañana había más de cien buitres, era impresionante. Cuando hemos subido a recoger los cadáveres, algunos ya los habían devorado».

Todavía impresionado por el alcance del ataque de lobos, el ganadero de La Bóveda manifiesta la indefensión que sufre el sector. «Esto es un sinvivir. Ahora tendremos que ir dos o tres veces por la noche a controlar porque no podemos bajar las ovejas a la nave todos los días y andar cruzando la carretera. Estamos con el corazón en el aire».

José Ignacio Gallego considera que «hay que controlar al lobo. Por aquí seguro que anda una docena y a lo mejor se tienen que quedar en la mitad. Nosotros no podemos alimentar al animal a costa de nuestro medio de vida». Según este ganadero de La Bóveda, los depredadores se refugian en los maizales «y están haciendo mucho daño».

La propia Junta de Castilla y León ha admitido la presencia del animal en la zona, relacionada con el aumento de ataques al ganado, y este año la patrulla medioambiental abatió un ejemplar para intentar reducir la presión sobre las ganaderías de la comarca.