Los responsables del encierro protagonizado ayer por los campos de El Piñero recurrieron a las rehalas de perros de caza para tratar de sacar a campo abierto a un toro y abatirlo o adormecerlo de un disparo. Ocho horas después de iniciado el encierro todavía seguía a sus anchas por un maizal, con la jauría de perros ladrando furiosamente a la presa y efectivos de la Guardia Civil al tito de que saliera la fiera para descerrajarla el tiro.

Camuflado entre un sembrado con unas plantas de metro y medio de altas, el miedo y las precauciones aconsejaban a todo el mundo no adentrarse entre una vegetación que escondía unos cuernos de muerte. «A ver quién se mete ahí», decía ayer el alcalde de El Piñero, José Luis Riego, afincado en las cercanías atento al desarrollo de los acontecimientos, al igual que numerosos aficionados que esperaban expectantes el desenlace de un encierro con tintes de montería. Al final, fue dejado por imposible y con la confianza de que el animal saliera al arrimo de alguna vacada.

Es un encierro abierto a la participación de todo aficionado que sepa montar un caballo, conducir un vehículo o subirse a un remolque. A las once de la mañana se dio pista libre a dos novillos y a las 19.00 horas todavía se bregaba contra uno de los astados, los hombres con los estómagos vacíos porque a esas horas de la tarde no habían podido ir para casa a sentarse a la mesa y comer como dios manda. El regidor agobiado «porque hay bailes regionales» y también quería estar presente en esta actividad.

Cerca de doscientos caballistas y «una invasión» de vehículos siguieron a los astados por la campiña

En El Piñero se dieron cita cerca de doscientos caballistas y una invasión de vehículos de toda potencia y dimensión, portando aficionados deseosos de seguir los toros al filo de sus cuernos para disfrutar de lleno de sus acometidas. Uno de los novillos se allegó casi al término de Sanzoles, dando juego al grupo que siguió sus pasos. El otro fue el que allanó un maizal y allí se acomodó entre las sombras y fuera de todo acoso y bullicio. El respeto que imponía su temperamento, bastó para que nadie se aventurara a ganar lo que no quería.

El hecho de celebrarse el encierro campero en una jornada dominical favoreció la presencia de aficionados, allegados de toda la comarca de La Guareña, de Tierra del Vino, de Campos-Pan y de las comarcas taurinas de Valladolid.

La programación festiva de Santa María Magdalena prosiguió su curso en El Piñero durante la tarde de ayer con el buen ambiente de los bailes regionales, y la música desgranada durante la noche por una discoteca móvil. Hoy, día de Santiago, en la población se une a La Magdalena y se celebrará una misa en homenaje a los mayores. La jornada seguirá su animación con la suelta de unas vaquillas para el entretenimiento de aficionados de toda edad y condición. En estas fechas el pueblo registra unos niveles de población importantes por el arraigo de los hijos del pueblo y, en parte, porque la crisis también impone pasar las vacaciones en casa o con los familiares.