Dieciocho ovejas muertas y siete desaparecidas es el saldo del nuevo ataque de lobo sufrido por el rebaño de José Antonio González, ganadero de San Juan de la Cuesta. El pastor se encontró con el desaguisado el pasado jueves, cuando atisbó algunos animales con heridas para ir descubriendo después el rastro de cadáveres atacados en el paraje de «Vardoney», a un kilómetro escaso del pueblo.

Los animales estaban pastando en el monte, vigilados por los mastines «y por mi mismo porque yo no abandono a las ovejas, siempre están controladas», puntualiza José Antonio González con un indisimulado hartazgo por esta situación que ya le ha ocasionado la pérdida de medio centenar de animales en los ataques del cánido sufridos este año.

El sindicato agrario Coag salió ayer en defensa del ganadero pidiendo a la Delegación Territorial «que se actúe de forma inmediata en el control riguroso de la población de lobos en la zona de San Juan de la Cuesta». Apunta la organización que José Antonio González «se encuentra en la más absoluta indefensión, ya que su explotación se ve sometida a una continua presión por parte del lobo, con el agravante que dadas las condiciones del terreno, no se pueden localizar la totalidad de las cadáveres de los animales muertos, ya que los escasos restos que dejan los lobos se encuentran dispersos por el monte».

Coag ya solicitó por escrito al Delegado Territorial la necesidad de la «intervención inmediata», bien de la Patrulla de control, o bien de los propios agentes medioambientales, en el control de la población de lobos en esta zona, «sin que tengamos conocimiento de que se haya efectuado abatimiento alguno de lobo». Tampoco los permisos de caza del lobo en cumplimiento de los cupos del Plan de Gestión «parecen dar resultados satisfactorios, muchas veces debido a la propia normativa de la Administración, sobre todo en lo que respecta a los horarios, que hacen que las esperas no den los resultados esperados».