Un zamorano de Figueruela de Abajo, el franciscano Romualdo Fernández, vive estos días muy de cerca las revueltas en Siria. Es el único misionero español que se encuentra en la zona, donde desde hace 18 años dirige la Casa Memorial de San Pablo, en Damasco (capital del país). No es el primer conflicto que vive de cerca. Su misión, a caballo entre Siria y Líbano, le sitúa en una zona muy inestable políticamente, aunque después de tres décadas de misión en el Medio Oriente pocas cosas pueden sorprender a este curtido misionero de la Orden Franciscana que pisó por primera vez Tierra Santa allá por los años 60 del siglo pasado.

«Hoy (por el domingo pasado) he dicho la misa como cualquier otro domingo, con los mismos fieles. Intentamos que todo transcurra como siempre», comenta el padre Romualdo Fernández, sereno al otro lado del teléfono.

La oleada de protestas que está viviendo Siria sí se deja notar en la tranquila comunidad cristiana pero, a su entender, no en la dimensión que se traslada fuera de las fronteras. «No se puede negar que hay algo, pero no de la forma tan exagerada como se está transmitiendo». Lo cierto es que a medida que pasan los días las noticias que llegan de Siria son más que inquietantes. Las revueltas en las calles no cesan y el presidente del país, empujado por las imparables manifestaciones, ha anunciado un cambio de gobierno en un intento de aplacar la ira de una población que demanda más libertad.

«El joven presidente (Bachar el Asad) quiere gobernar y hacer cambios -avanzaba Romualdo Fernández el pasado domingo-, pero siempre tiene ahí un círculo que le impide, quizás, hacer todo lo que él quisiera».

Este franciscano zamorano, en cuya Casa Memorial de San Pablo recibe cada año a cientos de visitantes llegados principalmente de Europa, lamenta las consecuencias que las revueltas en Siria puedan tener para el turismo. «Seguro que en Semana Santa bajará bastante», augura. Porque es uno de los periodos de mayor movimiento de peregrinaciones hacia Tierra Santa y también de personas a las que mueven unos intereses artísticos. «Estamos en una zona bastante turística-religiosa, muchas personas vienen a ver antigüedades romanas y bizantinas, pero este año se estropeará».

Buen conocedor de la realidad del Medio Oriente, el misionero alistano considera que «el conflicto hay que tomarlo en el contexto de una reivindicación de los Hermanos Musulmanes». Con una amalgama de «al menos» 20 grupos bien definidos, entre cristianos y musulmanes, la convivencia en Siria no se antoja fácil. «Los musulmanes fueron aplastados en Hama en 1982 y siempre tienen vivo el espíritu de venganza», sostiene, aunque «la situación es peor en Jordania, donde está el principio de esta larvada revolución».

La vida de este misionero franciscano de 74 años está allí. Nunca se ha arredrado ante la adversidad y ni en estos momentos tan difíciles, con las revueltas populares en aumento, se ha planteado volver. «Eso sería lo último», contesta con determinación desde la Casa Memorial de San Pablo en la hoy convulsa Siria.

A su misión evangelizadora, el padre Romualdo suma su pasión por la arqueología que le ha llevado a realizar investigaciones en el norte de Siria donde, según manifestó en otra entrevista a este diario, «hay identificados más de 500 lugares donde se conservan restos cristianos visibles, sin necesidad de excavaciones. Y hay pueblecitos aún intactos, abandonados en los siglos X y XI y que conservan toda su estructura del siglo VI». Sostiene que aquella tierra «es el único lugar del mundo donde se puede palpar la cultura del siglo VI y conocer cómo podía ser un pueblecito de entonces».

De su mano han visitado enclaves de sumo interés histórico numerosos turistas a los que el padre Romualdo ha guiado y ofrecido su hospitalidad.