Salce tenía ayer una actividad vecinal inusual con idas y venidas por todas partes. La causa la celebración por todo lo alto de los cien años de una de sus vecinas Matilde García Elvira en la que estaban invitados todos los habitantes de la localidad, tal y como ella había prometido.

Matilde nació en Villarino Manzanas en 1911, a los 21 días la familia se traslada a Alcorcillo debido al puesto de maestra de su madre y recala en Salce por la misma circunstancia a los seis años. Desde entonces ya no se ha vuelto a mover del pueblo.

Su madre enviudó «muy joven», la muerte de uno de sus hermanos en la Guerra Civil y las heridas de otro hicieron que la familia desistiera de marchar a otra localidad. Como hija mayor de cuatro hermanos tomó la riendas de la casa mientras su progenitora impartía clases «a más de cuarenta niños y niñas, luego llegó otro maestro. Es una pena que ahora no haya niños porque son la alegría de los pueblos», asegura Matilde García.

Con una mente envidiable recuerda los tiempos en que cuidaba de sus hermanos , «a pesar de la época nunca nos faltó de nada. No sobraba, pero tampoco nos faltó», prosigue, a la vez que relata lo mucho que le gustaba bailar en sus años mozos «con la música de "El Tío Pelegre" de Villar del Buey. Hasta me hacían corro», así como coser y hacer ganchillo, «todos los tapetes de la casa los he hecho yo». Matilde se casó con Francisco Moralejo Montero que era de la localidad, agricultor y además «el alcalde». De esa unión nació su única hija, de nombre también Matilde, con la vive. «A partir de entonces comencé a trabajar en las tareas del campo ayudando a mi marido».

Un día cualquiera en la vida de centenaria comienza a las nueve de la mañana y acaba cerca de las doce de la noche. En ese tiempo, «hago mi cama, con calma, pero la hago y si me dejan las cosas picadas también cocino». Asimismo, lee el periódico y las revistas «solo las letras grandes», puntualiza y ve la televisión aunque no los programas de corazón porque «no me gustan los cotilleos y son unos sinvergüenzas». Come de todo y según su hija «tiene una naturaleza sana porque pocas veces ha estado enferma, aunque en estos días ha estado muy nerviosa por todos los acontecimientos».

Y no es para menos, ya que Matilde prometió invitar a comer a todos los vecinos de Salce si llegaba a cumplir 100 años y ayer lo cumplió. Los actos dieron comienzo con una misa en la iglesia parroquial, a donde llegó caminado con la ayuda de un bastón, y donde fue recibida a las puertas por el sacerdote con dos fraternales besos. Durante los últimos días no han dejado de llegar a su casa centros de flores y regalos, a los que ayer se sumó la placa ofrecida por el Ayuntamiento, ya que «soy la única del pueblo que ha llego a esta edad». Después, el convite para 150 personas entre vecinos y familiares venidos de diferentes puntos de la geografía española en el salón multiusos de la localidad con un menú a base de consomé, embutidos, empanadas, langostinos y la correspondiente tarta.