Publico este suelto para aclarar que la Fundación Affinity no fue la fuente principal de mi artículo «Una leyenda urbana desplumada», que vio la luz en este periódico el pasado miércoles 8 de diciembre. Y aclaro esta circunstancia porque me consta que esta plataforma ha sido injustamente diana de críticas y presiones de colectivos proteccionistas a quienes, parece, no gusta que alguien mantenga que el maltrato a los galgos ha disminuido y que estos animales, en general, no son despechados por su criadores una vez que termina el cazadero. Escribí hace una semana, y escribo ahora, que lo de la cuerda corrediza, afortunadamente, ya es historia. Mis palabras, desde luego, son mías y nada tienen que ver, seguramente, con la opinión de los mentores de Affinity; que esto quede aclarado.

La fuente principal de mi comentario fue la Federación Española de Galgos que, en un resumen «colgado» en su página web, interpretaba el informe de la fundación citada, un estudio sobre el abandono de animales de compañía que, en ningún caso, habla de galgos sino de perros y gatos en general. Una de las conclusiones de este estudio es que cada 3,5 minutos se recoge un animal de compañía en España y que, por ejemplo, los datos de abandono de perros por cada 100.000 habitantes sitúan a La Rioja, Baleares y Navarra como las comunidades autónomas que «más abandonan» en relación a su población, y a Madrid, Galicia, Aragón o Castilla-León en el extremo contrario. Nuestra región, por cierto, si no me equivoco, es la que cuenta con un censo mayor de galgos.

La Federación Española de Galgos interpreta en su resumen, seguramente tras diseccionar el dato de Affinity de que se abandonan más animales mestizos (84,4%, en el caso de los perros) que de raza pura, que pese a que el galgo es una de las razas de canes más prolífica en España, no es ni mucho menos «la más abandonada». Y también concluye que, puesto que los datos recogidos por cuatrimestre no presentan una temporalidad definida y que solo el 11,5% de los perros se abandonan al finalizar la temporada de caza, «el porcentaje de galgos abandonados -decía- es casi irrisorio en relación a otro tipo de perros».

Mi artículo pretendía, en base a los argumentos de la Federación Española, desnudar prejuicios y estereotipos y defender a un colectivo al que nadie defiende porque, como también apuntaba mi «suelto», la cultura al uso desprecia todo lo que huela a costumbres y tradiciones bañadas de ámbito rural.

Dicho queda lo dicho por deferencia a Affinity y para aclarar que uno, de momento, sigue siendo dueño de sus opiniones. Por cierto, ¿qué ley ampara que cualquiera pueda «colgar» en la red un artículo firmado por otro y sin el permiso de éste, y que allí se exponga a la critica de anónimos internautas que, en muchos casos, interpretan lo que les da la gana al margen del contenido de dicha columna? A estos mismos les pediría que entren en Google y piquen «La top-model canina». Es otra lectura diferente a la que tienen de los galgos y del mundo de la caza. Si se respeta la opinión de todos, siempre se aprende algo.