La romería de la Peregrina volvió a reunir un año más, como cada primer domingo de septiembre, a cientos de personas para rendir honor a la Virgen en torno al Santuario de Donado, al que acudieron vecinos de toda la comarca sanabresa y fieles de otros puntos de la provincia, así como de las vecinas León y Galicia. El centro religioso, cuya última piedra fue colocada en 1888, alberga en su interior la imagen de la Virgen de la Peregrina desde que fuera enviada a sus paisanos por Manuel Obelar, obispo de la localidad indochina de Tomking.

La jornada de fiesta comenzó a las 7.30 horas con el Rosario de la Aurora, al que siguieron varias misas a lo largo de toda la mañana. Desde primera hora fueron numerosos los devotos que rindieron homenaje a la Peregrina acudiendo al templo para brindarle una oración o mediante el encendido de velas. Pero la cita más importante tuvo lugar a las 13.00 horas con la celebración de la misa mayor en la que la alta afluencia de público hizo que muchos tuvieran que presenciar el acto desde el exterior.

Una vez finalizado, los fieles marcharon en procesión en un recorrido en el que iba a haber «mucho pendón», según adelantaron varios miembros de la comisión de fiestas. La novedad de este año fue la presencia de dos pendones traídos desde la localidad leonesa de Santa Elena de Jamuz, uno de nueve metros de altura y una «pendoneta», que conformaron el grupo junto a los tres pendones estrenados el año pasado, el pendón tradicional y uno más pequeño. Tras cerca de una hora de romería, quedó demostrado que «cada vez hay más devoción por la Peregrina».

A continuación, el ambiente festivo prosiguió en la campa gracias a las atracciones infantiles y las decenas de puestos instalados, entre los que no faltaron los que elaboraban almendras garrapiñadas y las típicas pulperías. Sin embargo, a pesar de que el buen tiempo acompañó, las ventas fueron reducidas según varios tenderos, que mostraban su pesar «con todo el género en el expositor». Los actos de tipo pagano también tuvieron cabida en Donado con el concurso de gaiteros y dulzaineros celebrado por la tarde, precedido por el homenaje el día anterior a un tamborilero de Rionegrito, al que se unió la música de la orquesta «Standard».