Las huellas del devenir del tiempo y del asentamiento de población enlazan el pasado con el presente en la comarca tabaresa. El castro de El Castillón, en la localidad de Santa Eulalia, desvela en el terreno las pruebas en las que se sustentan las conclusiones a las que ha llegado el grupo internacional de arqueólogos que estudia la zona desde el año 2007. José Carlos Sastre y Óscar Rodríguez, dos jóvenes historiadores zamoranos, fueron quienes impulsaron la investigación de la protohistoria de la provincia con la creación del Proyecto de Investigación y Difusión del Patrimonio Arqueológico Protohistórico (PIDPAPZ). A partir de esta apuesta independiente, su intento de lucha por la propia vocación se ha hecho realidad gracias a los más de 90 voluntarios que durante estos cuatro años han colaborado en las excavaciones del yacimiento.

La cuarta campaña llevada a cabo durante el mes de agosto ha permitido datar prácticamente todos los restos obtenidos hasta el momento en la época tardoantigua, en los siglos IV y VI d. C. Este año los dos grupos de trabajo han centrado los esfuerzos en trabajar una estructura circular, en la que ya han llegado al nivel geológico y que está relacionada con el trabajo artesanal del metal, principalmente el hierro. Los hallazgos conseguidos permiten constatar que existió un horno original en el que se llegó a producir tanta cantidad de hierro que fue necesario la construcción de uno de mayor altura y capacidad. En el exterior del horno la tarea consistió en realizar un pequeño sondeo para intentar localizar las posibles toberas o entradas de aire al horno. Aunque la búsqueda no fue satisfactoria, sí que lograron documentar los diferentes niveles geológicos y descubrieron la hilera de piedras con la que se edificó el nuevo horno. Además, aparte de las dos estructuras metalúrgicas que han podido documentar con precisión, según las explicaciones de José Carlos Sastre, «también hemos localizado un muro anterior a esta fecha, seguramente sea de época prehistórica, no lo sabemos con exactitud porque todavía no hemos excavado por completo pero queremos abrir la zona, limpiarla y estudiar la zanja de cimentación, donde quedan depositados los materiales de cada época». A varios metros de distancia se encuentra la excavación de una vivienda, con un tamaño más grande de las previsiones iniciales pero bastante avanzada, clave para conocer la vida cotidiana de los antiguos pobladores de la comarca, quizá «lo más interesante». De hecho, los dos años pasados encontraron materiales como cerámicas, botones de hueso y cuentas de cerámica de gran interés. En esta ocasión los trabajos en esta zona consistían en encontrar el nivel de suelo original y la identificación de varias estructuras una vez retirado todo el nivel de derrumbe. Una de las estructuras encontradas tiene forma circular y «seguramente es para un dolium, una vasija como contenedor», afirma Patricia Fuentes Melgar, arqueóloga técnica.

Respecto a las piezas encontradas, las limpian prácticamente a diario y, en el caso de fragmentos sueltos, dibujan posteriormente las piezas, las fotografían y una vez terminado todo el proceso se depositan en el museo provincial de Zamora, donde ya está todo el material obtenido hasta el año 2009. Por otro lado, cuando finalizan los trabajos cubren de nuevo todas las estructuras «tanto porque estamos en un terreno privado que nos concede los permisos siempre y cuando dejemos luego el terreno cubierto y la Junta también nos obliga a ello, como desde un punto de vista de conservación del patrimonio, ya que si lo dejásemos al descubierto probablemente el año que viene el muro estaría en el suelo, estaría todo deshecho por las lluvias. Si no hay un proyecto de consolidación y de puesta en valor no merece la pena tenerlo descubierto», asegura el director de la excavación.

Tras cuatro años de trabajos en El Castillón, el balance es muy positivo, tanto para los propios organizadores como para los voluntarios. Todos ellos han comprobado que este castro muestra una gran riqueza arqueológica, por lo que aún es mucha la tarea por hacer. En próximas campañas «la idea es terminar de excavar toda la casa al completo, seguir viendo lo que nos depara la zona metalúrgica y de la muralla y también sería importante encontrar otro tipo de hornos, como los cerámicos o de pan, que nos hablen del artesanado de esta zona».

El buen trabajo realizado hasta ahora y las posibilidades que alberga El Castillón a la hora de conocer el pasado histórico de los habitantes de la zona queda demostrado con el aumento cada año del número de peticiones para acudir a este castro, que este año han desbordado todas las expectativas con más de cien solicitudes. Finalmente, fueron treinta personas las seleccionadas, procedentes tanto del interior de la Península como de países extranjeros, que contactan con los directores a través de páginas web de arqueología. Varios de ellos repiten un verano más, como es el caso de Kevin Haugrud, procedente de Canadá y voluntario en El Castillón por tercer año consecutivo. Su compañera de faena, la madrileña Esther Cuadrado, quería participar este verano en alguna excavación «por esta zona de Castilla» y encontró este proyecto a través de las redes sociales. Tras leer el blog zamoraprotohistorica.blogspot.com no dudó en probar suerte y tras su estancia se muestra encantada con la idea de volver, «aunque en principio me parecían pocas estructuras excavadas, a poco que picamos aparecen hallazgos que no nos esperábamos y al final parece que hay más trabajo de lo que pensábamos, con lo cual sería estupendo que esto siguiera hacia adelante porque da de sí para muchos años».

Situado en la margen derecha del río Esla, El Castillón cuenta con una ubicación perfecta como lugar defensivo y acoge en los abrigos rocosos de sus alrededores unas pinturas esquemáticas que enriquecen aún más esa zona natural. En este escenario único, los días de trabajo comienzan a las 9.00 horas de la mañana y terminan alrededor de las dos, momento en el cual el calor ya es sofocante y el equipo pone fin a la jornada. Alojados desde el primer año en las antiguas escuelas de Santa Eulalia, donde la mezcla de idiomas es inevitable en la comunicación, mantienen el contacto con los vecinos de la localidad para que conozcan los progresos y reciben incluso visitas de peregrinos que transcurren por el camino de Santiago. Durante el tiempo libre han aprovechado para realizar visitas a Villalpando, Villafáfila, Arrabalde, el yacimiento de Petavonium, San Pedro de la Nave o Zamora, donde acuden al Museo Provincial «para que puedan ver in situ los resultados de otras campañas de excavación, lo que hay de otros yacimientos y tengan así un contexto de lo que es la arqueología y la historia de la provincia de Zamora».

El pasado viernes se puso fin a la campaña de este año, pero debido al éxito obtenido un grupo ha decidido prolongar su estancia durante dos semanas más para continuar la investigación, rematar el trabajo y cubrir las estructuras. La financiación para este proyecto proviene del presupuesto otorgado por Caja Rural y por varios ferreterías y negocios colaboradores. No obstante, todo esfuerzo económico es poco para un proyecto que no cuenta con apoyo institucional y que, sin embargo, supone un valor incalculable para escribir la protohistoria de la provincia de Zamora y fomentar así el interés por conocer el pasado de aquellas personas que un día habitaron la misma tierra tabaresa.

El equipo de voluntarios está compuesto por Patricia Fuentes (Madrid), Alicia Tejeiro (Madrid), Enrique Paniagua (Salamanca), Francisco Javier Gónzalez (Madrid), Sara Deogracias (Granada), Abraham Herrero (Vigo), Cristina Fernández (Vigo), Laura Cabanillas (Madrid), Marta Lorén (Vigo), María Luz Puerto (Salamanca), Kevin Haugrud (Alberta, Canada), Vera Mariño (Madrid), Anna Mrowieck (Varsovia, Polonia), Aaron Lackinger (Vigo), Gabriel García (Salamanca), Miguel Ángel Brezmes (Valladolid), Igor Barrenetxea (País Vasco), Gabriel García (Salamanca), Raúl Catalán (Madrid), Adrián Elías Negro (Extremadura), Esther Escudero (Madrid), Livija Ivanovaite (Vilna, Lituania), Mercedes Lanz Domínguez (Salamanca), Hugo Lozano (Santiago de Compostela), Tomas Mihályi (Trnava, Eslovaquia), Kristina Kuceráková (Trnava, Eslovaquia), Miguel Ángel Barrio (Madrid) y Ana Markevic (Vilna, Lituania), dirigidos por José Carlos Sastre Blanco (Universidad de Granada) y Óscar Rodríguez (Universidad Autónoma de Madrid).