La construcción de las grandes infraestructuras de la comunicación vial, tanto en España como en Portugal, han venido como anillo al dedo para retirar del escenario escombreras de sobresaliente dimensión instaladas sobre el terreno como cementerios indeseados, incluso en puntos tan protegidos medioambientalmente como el Parque Natural Arribes del Duero.

La Sociedad Portuguesa de Electricidad, que en un principio ofreció regalado, a quien lo quisiera, el gran volumen de material extraído con motivo de la ampliación de la central hidroeléctrica de Bemposta, ha encontrado en las empresas constructoras lusas la solución idónea. Llegó tras un tiempo de desinterés general, pues nadie mostró inicialmente deseos de utilizar los residuos para mejorar de caminos rurales u otros menesteres. En el caso de los Ayuntamientos, por la carencia de vehículos y de máquinas capaces de manipular y transportar semejantes escombros.

La montaña de piedra y tierra emplazada en pleno espacio protegido, cifrada en unos 750.000 metros cúbicos de material excavado de los túneles, galerías y demás operaciones de desmonte necesarios para la instalación de un nuevo grupo de generación eléctrica, es hoy día un lugar de enorme actividad mecánica, con un movimiento similar al que registra cualquier gravera de alto rendimiento.

Las constructoras han decidido aprovechar este extraordinario depósito para reconvertirlo en arena destinada a la construcción de la autovía IC-5, que enlazará Miranda con Murça. De este modo, sobre la misma escombrera han instalado las máquinas de trituración que van moliendo poco a poco las rocas retiradas de la obra civil que tiene lugar a la vera de la presa de Bemposta. Al tiempo que unos camiones depositan el material bruto, otros camiones salen cargados con arena de diferente grosor con destino a los grandes viales lusos. Es un trajín constante el desatado sobre el propio montículo. Las palas cargan el grueso sobre las tolvas de los molinos, y la grava resultante es distribuida por uno u otro lugar según el cuerpo de la misma, quedando lista para su transporte. Esta reutilización conllevará la recuperación paisajística del escenario.

El aprovechamiento arenero se desarrolla muy en consonancia con la briosa actividad que tiene lugar a orillas del Duero, donde se procede a la consolidación del grupo generador y a la retirada de la tierra que tapona la nueva toma de agua, ya dotada de compuertas. Para favorecer esta labor, la Sociedad Portuguesa de Electricidad está rebajando en varias decenas de metros el nivel de las aguas del embalse, utilizando para el caso el desagüe de fondo. Fuentes de la propia entidad han señalado que esta vía de desavenida hacía 35 años que no se utilizaba.

En consecuencia, en la base de la presa de Bemposta tiene lugar un extraordinario espectáculo hidráulico. Un escenario que por lo general aparece remansado y en calma, y donde pueden contemplarse el ir y venir de las carpas, aparece ahora sometido a una llamativa ebullición, pues el agua del Duero brota en este punto como si hirviera, para seguir su curso y alimentar los nuevos embalses de Iberdrola en Salamanca. Los viajeros gustan de detenerse y observar el fenómeno, que volverá al recuerdo una vez que culmine el proyecto hidroeléctrico.