Decenas de cadáveres de ciervos siguen dispersos por los cotos de la Reserva Regional de Caza de la Sierra de la Culebra y en la zona de Sanabria y Carballeda en avanzado estado de descomposición y con el riesgo de convertirse en un foco de contaminación que puede desembocar en un problema de salud pública.

Son cadáveres que no se están enterrando, ni por parte de la Junta, ni de los responsables de algunos cotos, después de permanecer varios días expuestos a temperaturas que rondan los 33 grados. El hedor es inaguantable en algunas zonas como se puede constatar in situ.

En el municipio de Cernadilla los ciervos muertos, que superan la decena, no se ven pero se huelen con intensidad, incluso hasta la náusea a no mucha distancia del pueblo.

Así lo han señalado los vecinos de Cernadilla habituados a pasear por los caminos de concentración entre los pueblos de San Salvador de Palazuelo, Valdemerilla y hasta las inmediaciones del embalse.

Los paseos matutinos y hasta los del atardecer, en algunos casos, se han suspendido por determinadas zonas por el olor de proviene de puntos indeterminados y según la dirección del viento. Buscar restos de animales es una tarea complicada por la maleza que puebla buena parte de las fincas de concentración parcelaria. La maleza además de espesa, llega a los dos metros de altura. Algunos ejemplares de ciervo han llegado a fallecer entre las escobas de monte bajo. Algunos de estos nidos están situados en el mismo borde de la carretera a San Salvador.

Los cazadores del coto «han encontrado diez casi juntos en un momentos» dicen los vecinos en la tertulia. Una vecina, que no encubre cierta alarma, dice que no se acerca a ningún bicho muerto por temor a los contagios.

Hasta el propio alcalde, Herminio Aparicio, pide adoptar medidas por el problema sanitario que puede afectar al pueblo porque no se está retirando ni enterrando, y le han llegado las quejas de sus convecinos.

Buscar los ciervos, salvo que se acompañe de perro, es difícil por la amplitud del territorio y sobre todo por el abandono del monte. Los vecinos constatan el descenso de avistamientos de ciervas. En las zonas de paso «se ven ahora menos huellas que antes» explica uno de los vecinos, que también afirma que el encuentro con los animales es cada vez más ocasional.

La propia mujer del alcalde avistó una mañana varias ciervas que andaban con dificultad, no lejos del pueblo.

Intentar rastrear algún ejemplar enfermo siguiendo los caminos es complicado, aunque se aproximan más a las zonas de agua y sombra, tal vez buscando alivio a los síntomas de la enfermedad hasta ahora no revelada. De las manadas de 10 ó 20 animales, ciervas, que se divisaban habitualmente se ha pasado a un número más reducido. «Había muchas» y se acercaban tranquilamente hasta las inmediaciones del pueblo, manifiestan los vecinos.

Hasta el denominado cruce de los cinco caminos, donde convergen varias vías pecuarias, por uno de los viales -cerca de la finca del alcalde- dedicados más al paseo que a las labores pecuarias, se han detectado los olores. De lo que no hay rastro es de la presencia de buitres, que días atrás sí sobrevolaron con frecuencia los cadáveres.

Lo más grave «es que a alguno le moleste el olor y le dé por prender fuego» alerta una vecina del pueblo, que se aventura en una tarde de domingo calurosa, y después de la fiesta, a localizar algún ciervo. La búsqueda es infructuosa, aunque el olor es apestoso. Los residentes y veraneantes que estos días bajan al embalse a refrescarse indican también el mal olor que hay en la zona.

El abandono de los cadáveres preocupa, pues, no sólo al pueblo de Cernadilla, sino a puntos como Sandín, Folgoso, Manzanal o Codesal. Los vecinos señalan que cuando llegue la época de setas, allá por el otoño, se descubrirán más restos y cornamentas, porque para esas fechas estará pateado, y bien pateado, todo el término.

Respecto a que haya podido remitir la mortandad del ciervo, la aparición de nuevos animales recién muertos en La Carballeda pone de manifiesto que la enfermedad sigue haciendo estragos.