J. A. García

El Ayuntamiento de Fermoselle lleva adelante el empedrado de las calles Palomberas y El Guapo, radicadas en el casco histórico de la villa, y cuya actuación forma parte del empeño de la Alcaldía, presidida por el popular Manuel Luelmo, de transformar el urbanismo de la villa para consolidar un enclave atractivo y esencialmente turístico.

La actuación supondrá una inversión próxima a los 100.000 euros (unos 49.000 euros cada calle), recabados en este caso de los fondos concedidos por el Gobierno para el Plan de Empleo Local.

La renovación del callejero fermosellano es una de las apuestas de Manuel Luelmo, que se sirve de todas las aportaciones posibles de las distintas administraciones para, año tras año, acometer la restauración de vías céntricas de la villa. Al tiempo que procede a la mejora de la pavimentación, ejecuta la renovación de las redes de abastecimiento y saneamiento para, de este modo, retirar las viejas tuberías y sustituirlas por nuevos conductos, evitando con ello los problemas de roturas y averías que acompañan a los viejos materiales.

El alcalde de Fermoselle destaca la importancia de reconvertir el extraordinario callejero de la villa para embellecer el aspecto urbanístico de un enclave que pretende afianzar como el epicentro turístico del Parque Natural Arribes del Duero. Merced a estos trabajos, la Alcaldía palía el desempleo de la villa y actualiza unos viales mal o deficientemente urbanizados.

Durante los últimos años el Ayuntamiento ha actuado, entre otras, en las calles Arco (22.542,28 euros), Las Peñas (48.854,06 euros), La Laguna (49.656 euros) más otra inversión de 21.235,19 euros. En la Traviesa de Requejo ( 23.991,12 euros), en calle San Albín (21.864,84), camino Llanada (22.077,12 euros) y Calle Guapo (15.991,76 euros). Luelmo también aprovechó la mano de obra ocupada en un Taller de Empleo para adecuar con piedra tradicional las calles Tellerinas y Terraplén.

La proyección turística de la villa fermosellana pasa por el cuidado estético de un núcleo que presenta una arquitectura típica de una población enraizada en la agricultura, especialmente del vino y del aceite. De ahí la estampa de calles salpicadas de zarceras y de entradas a bodegas de toda hechura y dimensión.

El impulso hacia el sector turístico también lo trabaja el Ayuntamiento con la adecuación de miradores en diferentes puntos altos de una villa, en atalayas que presentan excelentes panorámicas paisajísticas hacia los bancales y los cañones fluviales del Tormes y del Duero.