Los dos mastines que vigilaban el rebaño, al ver al lobo, en lugar de afrontar la situación escaparon a uña para casa dejando al ganado a merced de los depredadores, que clavaron los colmillos a placer, y a diestro y siniestro. En consecuencia, el ganadero de Moraleja de Sayago, Fabriciano Iglesias, sufrió la madrugada del pasado día siete el degüello de más de una veintena de ovejas.

Es un suceso negro para una provincia donde los mastines forman parte de los rebaños desde hace siglos, y cuyos ganaderos suelen estar, en general, contentos con sus perros y agradecidos por sus éxitos en los escenarios lupinos.

Así lo afirman José Manuel Soto, de Cional; Pedro Fernández, de Santa Colomba de Sanabria; y José Antonio González, de San Juan de la Cuesta, todos ellos ganaderos de ovino.

La historia del mastín en Sanabria y Aliste, no está exenta de finales lamentables, como la muerte del propio cánido en la pelea, incluso de ser devorados hasta el punto de no quedar del guardián más testimonio que las carrancas. Pero no todos los ganados tienen defensores de postín. Días atrás, en Mahíde, se contempló con perplejidad a los lobos deambular por entre las ovejas de Joaquín sin echar bocado, y sin que los perros abrieran la boca.

Para garantizar la vida pastoril la Fundación Oso Pardo ha publicado «El Mastín. Aliado del ganadero. Un manual para la educación y cuidados». Es un reciente trabajo divulgativo, «fruto de la experiencia acumulada» durante el desarrollo del proyecto Life Naturaleza , titulado «Mejorando la coexistencia entre grandes carnívoros y ganadería en el sur de Europa», financiado con fondos de la Unión Europea y de la Junta de Castilla y León.

La publicación, de 64 páginas, ofrece de un modo escueto y didáctico la forma de conseguir un buen perro de guarda, de cómo lograr que ejerza el oficio con rigor y con un comportamiento tan eficiente contra el lobo como fiable para las personas. La salud del mastín ocupa otro de los capítulos del manual, que finaliza abordando el aspecto de la reproducción y crianza.

La Fundación Oso Pardo, encargada de poner en marcha la iniciativa, distribuyó tres tipo de herramientas, «la más novedosa las vallas eléctricas, pero también cercados fijos y la donación de cachorros de mastín, procedentes en su mayoría del norte de la provincia de León, donde el ganado y el lobo nunca han dejado de coexistir».

Los promotores califican de positiva la distribución de mastines, «tanto en la acogida por los ganaderos como por la eficacia a la hora de reducir el número de ataques». Se subraya que «aunque no impiden completamente los ataques, su sola presencia puede evitar que un lobo o un perro asilvestrado ataque a su rebaño y hacer que las consecuencias sean mucho menores». Según cifran, «las explotaciones que introdujeron uno o más mastines, pasaron de perder una media de 23 cabezas de ganado al año a tan solo 7».

El manual «pretende facilitar información con objeto de que cualquier ganadero que lo desee disponga de las directrices e instrucciones necesarias para lograr convertir a su cachorro en un buen protector del ganado que logre reducir o eliminar los ataques de lobos o de perros asilvestrados en su explotación».

Sabido es que entre mastines y lobos son posibles los más insospechados desenlaces, como lo prueba la historia pastoril y el presente.

Los autores del manual, en lo tocante a cómo ha de ser un buen perro de guarda, resaltan la importancia de «una elección de raza adecuada, que debe basarse en que el animal tenga un carácter independiente del hombre, que conviva fielmente con el ganado, al que no ha de abandonar nunca, y que su tamaño sea grande».

Asimismo «en el correcto proceso de educación, fundamentado en la socialización del cachorro con el ganado que ha de cuidar».

Cifran en la conveniencia de contar con un mastín «por cada 150-200 ovejas, con un mínimo de dos, y en tal caso que sean macho y hembra».

Aconsejan, para elegir a los cachorros, atender «al aspecto físico y el comportamiento de los progenitores, y que éstos estén cuidando el ganado». Precisan, además, que «deberá tener prioridad el comportamiento sobre el aspecto físico».

El ganadero sanabrés y responsable de Upa, Pedro Fernández, afirma que «los mastines de la comarca de Sanabria son buenos, fuertes y ligeros. Se atreven con jabalíes, que no les entra cualquier bicho. Si están bien alimentados, que es otra, son eficaces como medida disuasoria del apetito del lobo». Para Fernández «el mastín se forja teniendo más de uno y estando compenetrados entre ellos, día a día, conviviendo con el ganado y con los problemas. Cuando ven al líder actuando aprenden rápido. Nunca están juntos, cada uno va por su parte y cuando uno da la voz se abren y cubren más espacio. Nacen con el instinto». En cuanto a su comportamiento ante las personas señala que «los mastines para la gente, por regla general, suelen ser nobles, exceptuando cuando ejercen el puesto de trabajo, entonces no les gusta que la gente merodee alrededor del ganado. Guardan su territorio. En una ocasión compré unas ovejas y me las echaban fuera del rebaño».

El ganadero de San Juan de la Cuesta, José Antonio González, también coinciden al decir que «los mastines de la zona son buenos», y resalta que el ganadero «lo que busca es que sea eficiente, no el aspecto físico. Primero que sean potentes para combatir, y nobles, mansos y pacientes para estar entre ovejas y corderos. Queremos perros no agresivos y que tengan obediencia al dueño». Expresa este ganadero que son perros que «obran por instinto. Es un lazo ancestral el que existe entre mastines y lobos, lo llevan en la sangre, en la raza».

El ganadero de Cional y responsable de Coag, José Manuel Soto, pone de manifiesto que «aunque hay de todo, los mastines que andan por la Sierra de La Culebra y su entorno saben bien lo que tienen que hacer». Empero denuncia que «los ganaderos estamos obligados a tener un seguro de ataques de lobo, y en todas las medidas agroambientales ponen la coletilla, en las bases, de esta póliza, y sin embargo la Junta no la tiene y falta, con ello, a su propia responsabilidad».