Esta vez fue un chorizo de 20 metros. El Camping Los Arribes de Cibanal de Sayago ha sido el escenario de una nueva «proeza». Al igual que se consiguiera el año pasado, con la elaboración de una tortilla de 100 kilos en esta ocasión han querido retarse a elaborar un chorizo de 20 metros a estilo tradicional, dentro de lo que ya se ha convertido como una costumbre, fijarse proezas no muy habituales. La macro- tortilla, un bocadillo de 20 metros de pan con tomate y jamón, hacer al unísono 16 tortillas de patata pequeñas en una lumbre alargada, desafiar los elementos de la naturaleza descendiendo hasta el mismísimo chorro de agua que suelta la presa de Almendra en su base, convivir con el ecosistema en el mantenimiento una mini reserva de 17 parejas de lagartos, 10 de palomas turcas, jilgueros y demás convecinos del camping... Todo esto es una clara demostración de espíritu de aventura que estas personas demuestran y que ellos dan en llamar «¿Cómo que no podemos?».

Todo empieza, al mas puro estilo tradicional, con el adobo de 25 kg de carne de cerdo. Después de un día de reposo, las carnes están preparadas para ser embutidas y aquí es donde comienza la proeza.

La dificultad en sí no está en hacer un chorizo de esa longitud porque, de hecho, se han llegado a elaborar mecanizadamente de más de mil metros, sino que el problema radica en hacerlo con una máquina de hacer chorizos de las de antaño, donde la «cuerna» -pieza cónica acabada en una tubería de aproximadamente 20 centímetros- debe de tener una longitud donde entren los 20 metros de tripa. Esta dificultad se subsanó con una tubería acoplada a la cuerna de 2 metros.

Llegados a este punto, surgió en inconveniente de que la máquina artesanal no podía ejercer la suficiente presión para empujar la carne por semejante longitud de cuerna, lo cual dificultó el reto al ser una elaboración fuera mas tediosa y lenta. A esto hay que añadirle que la temperatura ambiente en esos momentos era de dos grados bajo cero con lo que la carne, al estar tan fría, dificultaba su deslizamiento por la cuerna provocando más lentitud en su elaboración. Hasta tal punto aumentó la helada ya metidos en la noche que con rapidez hubo que retirar el chorizo a buen recaudo porque comenzaba a congelarse.

Después de tres largas horas de trabajo se consiguió el objetivo y, orgullosos aunque helados de frío, pudieron admirar el chorizo ya colgado para su curación.