Se levantó con un nudo en el estómago, llevaba varios días sintiendo la presión del gran día. Fue a la peluquería y se maquilló pero Melani Hernández no era una novia normal, ella representaba a todos los quintos de Sanzoles del Vino que siguiendo la tradición ayer y celebraron una especial ceremonia nupcial.

Para que luego digan que las tradiciones están de capa caída en el mundo rural, al menos en Sanzoles no. Los quintos de este año adelantándose a San Valentín le hicieron su peculiar homenaje a Don Carnal. Melani Hernández se casó con el quinto Carlos González. Como madrina Emma Coca que vigilaba que la ceremonia se celebrase correctamente, la acompañaba el quinto Santi Garrido que en todo momento se mantuvo bien agarrado a la novia. Esther González y Rubén Hernández completaban el conjunto de quintos que ayer celebraron la ceremonia nupcial.

Los invitados, cerca de un centenar, acompañaron a los novios por las calles del pueblo. Ellos y ellas iban ataviados con sus mejores galas, no faltaban los clásicos mantones de Manila ni las capas castellanas rematadas en sombreros. El frío no impidió que todos los asistentes disfrutaran de una alegre jornada, aunque como bien explicaban los quintos «muchos de los invitados que iban a venir nos han fallado porque hace un tiempo malísimo». Aún así, los vecinos de este municipio de Tierra del Vino salieron a la calle dispuestos a animar a una comitiva un poco congelada.

La música no faltó y la charanga hizo bailar pasodobles y rumbas a todos los invitados, con el ritmo y la alegría la novia comenzó a perder los nervios y a sentirse como pez en el agua. «Llevaba varios días con muchos nervios y esta mañana cuando me he levantado he sentido que ya no había vuelta atrás, así que me he tranquilizado», afirma radiante Melani Hernández. «Los primeros minutos han sido muy intensos, parecía que me iba a casar de verdad. Ahora toca disfrutar con todos mis quintos», añade la novia.

A la hora de comer, le tocó el turno al festín en el Polideportivo Municipal. Todos los invitados se lanzaron a una «inesperada batalla de pan» haciendo que las cocineras, las madres de los quintos, pusieran el grito en el cielo. El menú no tenía nada que envidiar a los mejores restaurantes zamoranos, entremeses y ensaladilla de primero para pasar a un jamón al horno y la tradicional tarta de boda. Todo ello exquisito, hecho con todo el cuidado de la cocina tradicional. «Llevamos todo el día cocinando, pero esto solo se hace una vez en la vida así que ponemos todo nuestro empeño para que salga bien», explicaba una de las madres de los quintos mientras servía la comida al centenar de invitados que esperaba pacientemente. Tras la comida, toda la comitiva se fue a jugar la partida y a descansar para recuperar fuerzas para volver a la pista de baile por la noche en el desfile de disfraces. Para hoy, si el tiempo lo permite, los quintos celebrarán la carrera de cintas y leerán las relaciones. Poniendo así fin al peculiar homenaje a Don Carnal que cada año realizan los quintos de Sanzoles del Vino.