Villalobos fue un dolor. La imagen de los cuatro féretros entrando en la iglesia parroquial de San Pedro era estremecedora. Tras el brutal golpe emocional del pasado miércoles, cuando los familiares y el pueblo de Villalobos recibían la noticia de la muerte en accidente de tráfico de Amós Fernández Tijero, su esposa Angela Burón Lobo; la hermana de ésta Consuelo Burón Lobo y su marido Francisco Fernández Calderón, ayer tocaba despedir a los dos matrimonios y enterrarlos en el cementerio del pueblo que les vio nacer y vivir.

La carretera arrebató el día de Reyes la vida de los cuatro vecinos de Villalobos casi a las puertas de casa, a dos kilómetros de Villalpando. A las cinco de la tarde de ayer el pequeño pueblo terracampino vivía una multitudinaria manifestación de dolor sin parangón. Multitud de personas -se hablaba de un millar- acompañaron a las familias de los dos matrimonios, muy conocidos en la comarca. El pueblo de Villalobos al completo, numerosas personas llegadas de los pueblos del entorno -desde Villalpando se formó una caravana de coches camino del funeral-, alcaldes, representantes de organizaciones agrarias o la propia subdelegada del Gobierno, Pilar de la Higuera, acompañaron a las familias, rotas por el dolor.

A lo conocidos que eran los fallecidos se suma el hecho de que uno de los hijos de Amós y Ángela, Alberto Fernández Burón, es presidente de la Cooperativa TEO de Benavente. Desde esta ciudad se desplazaron también numerosas personas, entre ellas el alcalde, Saturnino Mañanes. Pero también agricultores y ganaderos ligados a los sindicatos agrarios, como el presidente de Asaja, Vicente Calzada; o el secretario de Upa, Aurelio González.

Tal era la marea humana que la iglesia de Villalobos se quedó pequeña y muchas personas tuvieron que permanecer a las puertas del templo. Dentro de la parroquia de San Pedro se vivían escenas de dolor, ante los cuatro féretros presidiendo el funeral. El párroco tuvo palabras de cariño para Amós, Ángela, Francisco y Consuelo. Trabajadores, abnegados padres y muy queridos. Se fueron el Día de Reyes, recordó el sacerdote, el día de los niños.

Atrás quedaban ya las circunstancias del accidente, ocurrido poco antes de las dos de la tarde del pasado miércoles, en el puente sobre el río Valderaduey, entre Quintanilla del Olmo y Villalcampo. Hubo quien recordó las advertencias sobre el estrechamiento de la carretera, recién arreglada por la Junta de Castilla y León, justo en el puente de la tragedia. «Es una ratonera», se oyó comentar a algún conductor que frecuenta la vía. «La carretera ha quedado muy bien, pero ese cacho del puente no lo han tocado». Comentarios después de la tragedia.