El doctor Benito Vilar Sancho se especializó en cirugía plástica en Londres, en el hospital «Queen Victoria», donde se atendió a los pilotos de la RAF heridos en la batalla de Inglaterra. Con esos conocimientos, volvió a España en un momento en que no abundaban los especialistas: «Había algún cirujano en Cataluña y Sevilla», el resto del país enviaba a sus pacientes al Servicio Nacional del SEO, que él dirigía entonces.

En sus más de 50 años de ejercicio profesional, Vilar Sancho fue cofundador de la Asociación Española de Cirugía Estética Plástica hace 20 años y presidió tres congresos de especialistas mundiales. «Mi afición es la cirugía estética, mi afición y mi medio de vida, la rinoplastia».

Vilar Sancho lo tiene muy claro y confiesa que prefiere perder a una posible clienta antes que cometer el sacrilegio de abusar de un implante mamario exageradamente grande.

Tampoco, según asegura, trabajaría nunca en una de las corporaciones que ahora buscan dominar el negocio: Primero porque no todos los cirujanos son iguales, por mucho que trabajen en la misma empresa, y segundo porque «un médico practica el individualismo, le gusta que se reconozca su trabajo».