Fermoselle, La producción de almendra es todavía una incógnita para los cultivadores de Fermoselle, al igual que lo es el precio, que consideran supeditado a los niveles de importación de dicho fruto, especialmente procedente de California.

Las estimaciones pueden rondar los 50.000 kilos si se hace una media de los cálculos realizados por unos y otros, y que son totalmente discrepantes porque este año en Fermoselle existe la estampa de almendros cargados de fruto, que causan admiración, y otros almendros desprovisto de toda almendra, y que dan pena.

Eduardo González Fermoselle, el vecino con mayor número de almendros, comulga con las cuantías más bajas. Sus expectativas de recoger «entre 5.000 y 6.000 kilos» se han visto truncadas por una helada que aniquiló la cosecha por completo. «Pensé que iba a ser una cosecha del siglo y todo el grano quedó negro. A una helada enorme ha seguido una enorme sequía», manifiesta González Fermoselle.

César Ramos, uno de los vecinos más destacados en la recolección de este fruto, califica la cosecha «de media». La recogida del fruto comenzó hace unos días, pero se está demorando un poco con vistas a que cambie el tiempo y lleguen las deseadas lluvias. «Como no tiene humedad no abre la cáscara», expresa Ramos, y en consecuencia la recogida resulta mucho más dificultosa.

El fermosellano Valentín Ramos, cultivador y comprador de almendra, ha apostado por entretenerse con este suculento fruto y, junto con dos socios murcianos, ha adquirido una fábrica partidora en Portugal, donde espera triturar «unos cinco millones de kilos de almendras», la gran mayoría recogidas en el territorio luso. Apostaron por la compra de la fábrica una vez que el dueño, ya octogenario, decidió retirarse y accedió a la venta de la empresa. Valentín Ramos señala que «este año se está comprando el producto a 50 céntimos». Hace referencia al diferente rendimiento que tienen la almendra según sea la clase. Así, precisa, que «la "Largueza catalana", la "Marcoma" y la "Desmayo" ofrecen un rendimiento entre el 18 y el 24 por ciento, en tanto que la denominada moderna o mollar está entre el 25 y el 35 por ciento».

El productor César Ramos ha optado por las variedades "Ferrudel" y "Ferragne" «porque tienen un ciclo más corto, florecen casi un mes más tarde y abren casi una veintena de días antes». Todo está pensado para evitar el impacto de las heladas, que suelen causar importantes estragos.

César hace hincapié en la importancia de cuidar el arbolado, podarlo, cortar las ramas secas, arar el terreno y abonarlo. Indica que «al ser un fruto seco no tiene tantas enfermedades como los perales o los manzanos, no obstante, requiere unas atenciones».

«La importación de California manda y marca el precio del producto»

César Ramos hace mención a la avanzada edad de las personas que siguen fieles al mantenimiento de los almendros, y resalta, en conclusión, que se va hacia «el abandono». Afirma que es un árbol que no tiene el tirón del olivo, el cultivo más emblemático de la villa, junto con el viñedo. Incluso se detiene a comentar el pésimo estado de los caminos que dan acceso a las parcelas. «Si entraran los coches a las fincas tal vez la gente se animaría algo más» subraya.

César Ramos critica especialmente la importación del producto californiano, que tiene la garantía de un clima mucho más cálido y benigno. «La importación marca los precios y es un producto no rentable desde el momento que manda la importación», sostiene. «Y pasa con la avellana, la nuez y todos los productos de cáscara sometidos a la importación», añade.

Eduardo González Fermoselle afirma, por su parte, que «la política que se lleva es contra el campo». También reprocha la pasividad de los responsables políticos que no han llevado adelante «la concentración parcelaria», una estructuración del campo que para el fermosellano supondría una mejora en la utilización y aprovechamiento del territorio.

En la villa de Fermoselle se cuentan una docena de productores con varios centenares de almendros, el resto son particulares que tienen «a lo sumo una veintena». La cifra de almendros puede superar los 50.000, repartidos por muy diferentes ámbitos del municipio, algunos radicados en los huertos existentes dentro del propio casco urbano.

La almendra es vendida en su mayor parte y, según César Ramos, hay agricultores que mantienen el producto en sus manos durante varios años a la espera de la llegada de mejores precios. «La almendra aguanta cuatro o cinco años si el grano no está partido» señala.