Es cómo cuando la botella que se ha llevado mucho tiempo en la mochila se vacía. Es una alivio. El peso del líquido, tan insignificante a veces, se multiplica en una marcha. Y cuando ya sólo queda el casco, no es nada, aventa el descanso. Así le pasó ayer a Emilio Sánchez Esteban (Cirilo). Desgranó su pregón que llevaba pegado al alma desde hace mucho tiempo. Dijo lo que dijo y se desahogó. Y la opresión del antes se convirtió en aire después, en brisa. Vino a decir que las peñas son el motor de las fiestas, que los programas no son nada sino hay alguien que espolvoree la animación por las calles, y que el éxito de las fiestas no viene marcado por el presupuesto ni por el afán de los programadores. Es responsabilidad de los actores, de quienes viven los acontecimientos. De su intensidad o no, depende el éxito.

El pregón de Esteban Sánchez abrió las fiestas de San Sebastián en Sanzoles, las celebraciones «grandes» aunque no sean las patronales del pueblo de Tierra del Vino. Recordó el pregonero su condición de emigrante, la que tienen hoy la mayoría de los naturales de un pueblo que sumó 1.500 habitantes en los años cincuenta del pasado siglo y que hoy registra poco más de 600 empadronados.

Activó la memoria y rebanó 33 años al presente. Cuando una noche, en una bodega, como no, nació la idea de crear una peña y una charanga. Desde entonces ha llovido mucho y ha habido muchas crisis económicas (como está no, que siempre la última es la peor). No se olvidó tampoco de los que ya no están, siempre los más activos: Quiterio y Guada, ni de la evolución de la propia charanga, que empezó con chiflatas de plástico y acabó con bombos irrompibles. Que se fundó con hombres y después, como en la vida, fueron las mujeres quienes le dieron rtimo, fuerza y continuidad.

Tuvo el pregón aires nostálgicos y emotivos, con continuas alusiones a familiares que no están y que fueron –y son– el fuelle que aviva la existencia. También alguna cita a su esposa, Blanca, que no pudo estar presente, pero que allí estuvo, vaya si estuvo.

También hubo leña, no crean, que el currículo de la charanga «La Cuba» no ha viajado siempre por un sendero mullido, qué va, que también ha habido cardos. No se calló Emilio Esteban las críticas a algunos alcaldes que nunca valoraron el esfuerzo de un grupo de peñistas que prendieron la fiesta con fiesta. Si que agradeció una carta de Casimiro Hernández, secretario municipal durante muchos años, que sí que supo ver lo que otros no vieron, el esfuerzo de quien animaron muchas fiestas sin dormir y pusieron buena cara cuando estaban hasta las narices.

No quiso el pregonero tampoco pasar por alto la situación municipal de Sanzoles. Y dijo que hay quien se mofa de Sanzoles por ser un pueblo de récord al haber tenido tres alcaldes en dos años. Lo hacen, dijo, «por envidia, porque los que critican tienen uno, y malo».

Agradeció el compromiso del actual regidor, Juan Jesús Gallego y del concejal y ex alcalde, Eleuterio Sánchez, con las peñas. Y también aludió al esfuerzo del ex concejal, Tinín Ponce, para conseguir, hace años, que el desfile se convirtiera en un acto más del programa.

«Qué este año el programa es un poco más corto, no pasa nada. La fiesta no la hace el programa, ni los que lo diseñan. La fiesta la hace cada uno con su ánimo y con sus ganas», remarcó Emilio Esteban. Y no puedo por menos de aludir al vino y al dicho popular que lo une a Sanzoles: «El que vino a Sanzoles y no bebió vino, ¿a qué cojones vino?».

Antes del pregón, el desfile de las peñas, con «La Cuba» a la cabeza, dejó un reguero de diversión por las calles. La imaginación tampoco faltó a la cita y se posó en carrozas y trajes de colorines que fueron más allá de lo que se supone para la ocasión. El tiempo, tan servicial con las fiestas de agosto, tampoco falló ayer ni parece que lo vaya a hacer en los próximos días.

La fiesta continuó después en las bodegas y en la verbena con la orquesta «Acordes», que puso ritmo y buen ambiente a partes iguales hasta la madrugada.

El programa festivo continúa hoy con una fiesta infantil y espuma y agua para todos, partido de futbito, recorrido con charanga por las calles, vaquillas (siete de la tarde) y ya por la noche (22,30) actuación flamenca de postín con «Yeyé de Cádiz», «Elu de Jerez», José María Mulero y Pascual de Lorca, un menú excepcional para los buenos degustadores de flamenco.