Fermoselle, La villa de Fermoselle vivió ayer el segundo encierro de las fiestas de San Agustín sin duda con más adrenalina que el día anterior. La parada de dos toros a mitad de recorrido impidió la entrada de los cuatro astados en la plaza. Sólo dos de ellos culminaron, como es de ley, el trayecto del encierro ante la sorpresa de los cientos de personas que esperaban en las gradas de la plaza portátil y entre las talanqueras la llegada de los toros junto a los bueyes.

Con puntualidad torera, a las once de la mañana un cohete daba la salida a los cuatro novillos-toros, bravos y de un considerable tamaño, de la ganadería salmantina de José Luis Valrubio. Todo iba por su orden hasta que, a mitad del recorrido, dos de los astados se desligaron del grupo quedando parados y revolucionando por completo el discurso del encierro.

Mientras estos se hacían los remolones, los otros dos continuaban la carrera junto a los mansos hasta llegar a una Plaza Mayor llena hasta la bandera, partiendo en dos el uniforme desarrollo del encierro urbano.

Tras unas vueltas al ruedo de rigor y algunas comprometidas arremetidas contra las tablas que pusieron en aprietos a los aficionados, los astados fueron introducidos en los chiqueros para inmediatamente después encargarse de los dos "escapados". Pese a los momentos de tensión, al final se consiguió unir a los dos toros con los bueyes y éstos les dirigieron hacia los corrales de San Albín, por lo que no cubrieron el trayecto habitual del encierro.

La actitud de los dos astados prolongó un festejo en el que no faltó el recuerdo al joven corneado mortalmente el año pasado. Algunas enseñas negras en las tablas de las talanqueras donde se produjo el trágico accidente rememoraba el fatal día de agosto de 2007, cuando un aficionado pereció en la plaza de Fermoselle.

Una vez encerrados los toros se procedió a la habitual suelta de unas vaquillas, donde los aficionados tampoco se libraron de algún susto y revolcón que obligó a la intervención de los servicios médicos, aunque sin mayores consecuencias.

Fermoselle era ayer un hervidero de gente. La llegada del fin de semana y la querencia por tan emblemáticos encierros concentró en la villa de los Arribes a miles de personas, deseosas de seguir un espectáculo de gran belleza y singularidad. El paso de los toros por las empinadas y estrechas calles fermosellanas ofrece una imagen única que muchos aficionados no quieren perderse.

Y así lo certifica la máxima autoridad municipal. "No cabe un alma más", expresaba orgulloso Manuel Luelmo. El ambiente por las calles ayer era fenomenal. Tras el encierro y la salida de las vaquillas, tocaba reponer fuerzas en los bares.

Las fiestas en honor a San Agustín continúan hoy con la alborada por las calles de Fermoselle a cargo de los tamborileros de la Asociación Cultural "Juan del Encina" y la misa con la posterior cuestación de la banderita, a cargo de la Cruz Roja local. Por la tarde el plato fuerte lo protagoniza la corrida de rejones con la actuación de Javier Cano y Joao Paulo, acompañados de sus correspondientes cuadrillas. La jornada concluye con una verbena popular en la Plaza Mayor.