Revellinos.- Isidro y Matilde contrajeron ayer matrimonio en Revellinos. La particularidad de la unión reside en los contrayentes: ella, una burra de la raza zamorana-leonesa y él un varón de la localidad. Y es que en la celebración de San Antón, "Sanantonada", la asociación cultural "Las Salinas" organizó una parodia de una boda.

La novedosa idea partió del propio novio, Isidro Fernández, integrante del colectivo que pretendía honrar a los animales en el día de su patrón.

La celebración se efectuó, tras la eucaristía, la procesión alrededor del templo y la tradicional bendición de los animales del pueblo entre los que se encontraban ocas, peculiares pájaros y hasta dos caballos.

Numerosos vecinos y curiosos aparcaron sus quehaceres y junto con los animales ensalzados y ataviados con sus mejores galas acompañaron a la pareja. El acto se inició con una palabras del novio. Anunció que se presentaban «dos animales» para casarse «de manera voluntaria» y exhortó a los presentes a que si alguien conocía algún impedimento que hablara o callara para siempre.

El mismo Isidro hizo las veces de sacerdote y le colocó simbólicamente a Matilde una herradura en la pezuña delantera derecha, a modo de anillo, acto que provocó risas entre los asistentes. A continuación, la madrina, una mujer de la asociación, facilitó al novio un pequeño saco del cual el contrayente obtuvo sus pecuriares arras: un puñado de grano al tiempo que recitaba: «recibe esta cebada y tómala de mi mano para estar en forma y sana», cereal que la burra comió con rapidez.

Junto a las fórmulas del compromiso, Isidro recitó algunos versos que resaltaban el amor a los animales, desde los burros presentes en los trabajos del campo y la ganadería, a las ballenas, nutrias y peces. Al tiempo aludió al amor que el hombre siente por la burra y la mujer, puesto que ambos le son imprescindibles en su vida y demandó que no se maltraten ni a los animales ni a las mujeres.

Varios vecinos vociferaron: «¡Que se besen!», a lo que el ya marido justificó «enamorada yo no besaré tu boca sin que me den arcadas», lo que provocó las risas entre los asistentes. La parodia concluyó con un «¡Viva San Antón!» mientras que algunos vociferaban: Vivan los novios», «Viva el novio» y «Viva la burra» repicando las campanas del templo.

Pese al alboroto Matilde se mantuvo quieta en todo momento. «Es muy dócil y está acostumbrada a estar con la gente. De hecho, ha participado en varias carreras de cintas en Cerecinos de Carrizal», aseguraban Avelino Martín Martín y Manoli Blanco, propietarios del asno y de otro equino.

La pareja aseguró que Isidro había ido a pedir la mano de Matilde hace unos días, a lo cual «accedimos, aunque le pregunté si lo hacía por interés, dado que ahora se vende la leche de burra», bromea Avelino, dando prueba de que la boda ha cumplido con todos los cánones: los contrayentes han sido novios, aunque«hay cosas íntimas que debéis entender no puedo contar en público», precisó bromeando el novio; él le pidió la mano a ella «y me entendió y asintió», atestigua Fernández.

Tras la parodia, el revelo en las celebraciones de San Antón lo tomó un vecino, Cecilio Esteban, que entre otras cosas, pidió al Santo, entre otras cosas que hubieras buenas cosas que comer.

Los presentes rompieron a aplaudir y se acercaron a Cecilio para agradecerle su elocución, mientras que el singular matrimonio, no dejaba de recibir la enhorabuena y emprendían un pequeño recorrido por el pueblo, escoltados por galgos, perros y caballos.

Los vecinos permanecieron unos minutos en la plaza comentando el enlace.«Ha sido muy bonito y original», manifestaba ayer Esperanza Rodríguez que reconocía que se había enterado por una vecina la víspera, en tanto que Charo comentaba que «me ha gustado la condena a la violencia contra las mujeres». Por su parte, Puri Palacios, integrante de la asociación cultural de Revellinos destaca que «desde hace cuatro años intentamos recuperar las tradiciones del pueblo y una de ellas es acudir con los animales para recibir la bendición el día de San Antón».

Toda una fiesta peculiar para recordar el amor por los animales y la vinculación del ganado asnal, en peligro de extinción, con las labores del campo.