La Comisión Europea (CE) aprobó ayer el reglamento por el que autoriza la utilización de trozos de madera de roble, como las virutas o serrín, en la elaboración de vino. El Ejecutivo comunitario ratificó la normativa, ya acordada por los expertos de los Veinticinco, que establece las condiciones para permitir el empleo de las virutas de madera.

Esa práctica enológica, según informa la agencia Efe, está admitida por la Organización Internacional de la Viña y el Vino, según el texto aprobado. El reglamento entrará en vigor siete días después de que sea publicado en el Diario Oficial de la UE (DOCE).

Los productores comunitarios podrán añadir madera a los vinos, si cumplen ciertas condiciones en el etiquetado, para evitar la competencia desleal con aquellas bodegas que optan por las barricas o toneles de roble.

Solamente los vinos en cuyo proceso de elaboración se hayan empleado barricas, toneles u otro recipiente de madera podrán indicar en su etiqueta: «fermentado» «envejecido» o «criado» en barrica o tonel.

Esas indicaciones estarán prohibidas para los vinos a los que se les han añadido las virutas o trozos de madera.

Asimismo, en los registros del sector vitivinícola y en los documentos de transporte que adjunten los vinos elaborados con virutas o serrín deberán mencionar que se ha hecho uso de esta práctica.

El reglamento señala que el añadido de virutas o trozos de roble para elaborar vinos da al producto un gusto «a madera» similar al que puede saber un caldo envejecido o fermentado en barrica.

Por este motivo, «es difícil para el consumidor medio determinar si el caldo ha sido elaborado con uno u otro método», lo que puede suponer una competencia desleal.

Recurrir a las virutas puede ser interesante económicamente para los productores y tener un impacto en el precio de venta del vino, lo que entraña un riesgo de engaño para el comprador final si el caldo al que se han añadido virutas contiene expresiones confusas que hagan pensar que ha habido envejecimiento en barriles.

Según la normativa, las exigencias en el etiquetado evitarán ese tipo de engaño y la competencia desleal. Las virutas o trozos de madera empleados en el vino deberán proceder de árboles de la familia Quercus (encinas, robles, alcornoques).

Estos restos no podrán haber sido sometidos a combustión, ni seguido tratamientos diferentes al del calentamiento; tampoco se les podrá añadir productos con el fin de aumentar su capacidad aromática.

La etiqueta deberá mencionar el origen de las especies de roble y la intensidad a la que los trozos de madera se han conservado, así como las condiciones de conservación.

Los trozos de madera de roble no podrán liberar sustancias que puedan suponer riesgos para la salud, según el reglamento.

Ventajas y desventajas de un método discutido

La autorización en Europa para utilizar virutas y serrín de madera como añadido al vino es una contraprestación de la Comisión Europea a la liberalización del comercio del vino con EE UU.

El nuevo método va a posibilitar abaratar los precios de los vinos "con sabor a madera", porque los bodegueros conseguirán caldos con "roble" sin tener que utilizar toneles.

Por contra, el sistema va a crear confusión en el mercado. Si no se especifica muy bien en la etiqueta el contenido del vino, el consumidor no sabrá lo que está comprando. La Comisión Europea dice que va a ser muy exigente en este sentido.

El añadido de virutas o serrín de madera supone autorizar un "cuerpo extraño" en el vino, que hay que controlar. De hecho, en la normativa se establece que los restos a utilizar no podrán haber sido sometidos a combustión, ni seguido tratamientos diferentes al del calentamiento. Tampoco se les podrá añadir productos con el fin de aumentar su capacidad aromática. La etiqueta, además, deberá mencionar el origen de las especies de roble y la intensidad a la que los trozos de madera se han conservado.