Morales.- Con 62 puntos como tanteo máximo, la pareja formada por Emilia y Sari se alzaron con el primer premio del Campeonato de Bolos Femenino que tradicionalmente forma parte del programa festivo del Cristo de Morales. El juego contó con la participación de 17 parejas, algunas menos que en anteriores ediciones, aunque la competición estuvo muy reñida y emocionante.

Los nueve bolos se colocan el filas de a tres, en las aristas y puntos centrales de un cuadrado dibujado sobre el cemento de la calle junto a las escuelas, aunque uno de ellos se sitúa fuera del cuadrado y alejado aproximadamente 10 metros. Desde una distancia similar las jugadoras tiran una gran bola de madera con el objetivo de derribar el mayor número de bolos posible, tarea nada fácil que requiere buenas dosis de destreza y un riguroso entrenamiento. Tira seis veces cada persona, o sea una docena de oportunidades por pareja. Cada caída de bolo vale un punto y el de la cincada (el que está al final, fuera del cuadrado) vale cinco puntos, siempre y cuando se arroje otro bolo en la misma trayectoria.

Se trata de un juego autóctono del pueblo y practicado exclusivamente por mujeres y de hecho el Campeonato lo disputan exclusivamente féminas. Antiguamente se jugaba todos los domingos por la tarde, especialmente en cuaresma, ya que no había baile, tal y como recoge la publicación de cultura tradicional "El Filandar", editada por Bajo Duero. Se trataba de un juego muy popular que solía reunir a un buen número de vecinos y en que aparecían diferentes modalidades a practicar. Sin embargo, la manera de jugar de las mujeres de Morales del Vino mantiene unas pecularidades propias, así como el sistema de puntuación. «Antes se tiraban los malos primero y los buenos después, hasta llegar a veinte o veintiuno», explicaba Antonio Martín de Mena, el teniente de alcalde que en los últimos años se ha encargado siempre de organizar el juego durante las fiestas y anotar las puntuaciones.

Hubo premios para las tres primeras parejas clasificadas, mientras las últimas recibían un cepillo de barrer y un recogedor, obsequio en principio con clave humorística pero que a estas alturas resulta un tanto machista. Todas las participantes degustaron un ágape servido por el Ayuntamiento.